POV Martina.

Llegué al hangar privado antes de la hora. La brisa de la mañana olía a metal y queroseno, un recordatorio constante de lo que significa moverse entre los poderosos: siempre llegar antes, siempre estar lista.

El jet con el emblema de Montero Corp brillaba bajo la luz del amanecer. A unos metros, Gael apoyado contra la escalerilla, esperaba con una taza de café y esa sonrisa insolente que parecía no apagarse nunca.

Camisa blanca, mangas arremangadas, jeans oscuros, una elegancia des complicada que sabía perfectamente cómo usar a su favor.

—Buenos días, jefa —saludó con tono burlón, ofreciéndome la mano para subir.

—Es demasiado temprano para tanto entusiasmo, Gael —respondí sin mirarlo, aunque el aire entre ambos ya se había vuelto familiar… incómodamente familiar.

Había aprendido a mantener las distancias con él. Era brillante, leal, encantador con mis hijos y una presencia constante en los últimos años. Pero también era peligroso. No porque pudiera dañarme… sino porque,