31

Alexander

El aire pesado en la oficina me oprime los pulmones. El sonido del teclado bajo mis dedos me recuerda lo vacío que se ha vuelto mi vida desde que ella se fue. He trabajado sin descanso, sumergido en papeles, en números, en todo aquello que me mantiene alejado de los recuerdos de Sofía. Pero nada puede borrar la imagen de sus ojos, esa mirada que siempre me desbordaba de vida y miedo a la vez.

La habitación es demasiado silenciosa, hasta el punto en que mis pensamientos retumban en mi cabeza. El último mensaje que me dejó… esa nota. "No puedo quedarme… aunque todo en mí quiera hacerlo." ¿Qué significa eso? ¿Acaso no lo entendí? ¿Acaso no lo vi?

Me paso una mano por el cabello, frustrado. No puedo permitir que todo termine así. Sé que la perdí, y a pesar de mi orgullo, de mi maldita necesidad de controlarlo todo, no me puedo conformar con este vacío. Ella merece algo más que mis promesas rotas. Algo más que un amor condicionado por mi miedo a perder el control.

Mis ojos se detienen en el teléfono sobre el escritorio. La tentación de marcar su número es casi insoportable. Pero no lo hago. Sé que ella está lejos, que está segura, al menos eso quiero creer. Aunque el maldito eco de la amenaza que la persigue sigue rondando, acechando, desbordando cualquier intento de calma.

Pero no puedo dejarla ir. No sin luchar por ella.

Decido levantarme. He tenido suficiente de esta m****a. Hoy voy a enfrentar lo que me persigue, aunque no me guste lo que pueda encontrar. Si voy a protegerla, debo descubrir qué está pasando. No quiero que la sombra de mi pasado la toque. No quiero que se lastime por mi culpa.

El sonido del teléfono me interrumpe. Es Nathan. Mi mejor amigo. El tipo que siempre tiene respuestas a las preguntas que no quiero hacer, y siempre sabe más de lo que debería.

—¿Qué pasa, hermano? —contesta sin preámbulos.

—Necesito saber lo que está pasando con Sofía. —La urgencia en mi voz es inconfundible, pero intento mantener la calma. No quiero que detecte mi miedo. Pero lo siente, lo sé.

—¿Sofía? ¿Qué quieres decir con eso? —Su tono cambia al instante. Se nota que se preocupa, que algo no está bien.

—Lo sabes, Nathan. Estuve demasiado centrado en mi mundo y no vi lo que se venía. Dime qué sabes. No tengo tiempo para rodeos.

Escucho el sonido de un suspiro del otro lado de la línea, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

—Escucha, Alexander. No quería meterte en esto, pero… no te lo puedo esconder más. Sofía está en peligro. Y lo está por estar contigo. —Mi corazón se acelera, y un escalofrío recorre mi espalda.

—¿Qué m****a estás diciendo? —Mi voz se quiebra. Mi puño se cierra sobre el teléfono, mis dedos temblando.

—No es algo que puedas arreglar con dinero o poder, amigo. Esto viene de mucho antes de que la conocieras. Alguien de tu pasado no se ha olvidado de ti, y está utilizando a Sofía para llegar hasta ti.

—¿Quién? —La pregunta me sale como un gruñido. Mis ojos se apagan por un momento mientras el pasado regresa en oleadas. Mis viejas conexiones, mis enemigos… aquellos que juré que nunca volverían a mi vida. Pero se equivocan. Ya no soy el mismo.

—Lo que importa es que te has metido en algo que ni tú ni Sofía pueden manejar. No sé qué tan lejos puede llegar, pero te lo digo: si no actúas rápido, podrías perderla de una vez por todas.

Mis entrañas se retuercen al escuchar sus palabras. No sé qué hacer, no sé cómo reaccionar. Pero sé una cosa: voy a arreglar esto. Ya no me quedo de brazos cruzados.

Cierro los ojos un momento, buscando fuerzas. Cuando abro los ojos nuevamente, la decisión ya está tomada.

—Dame todo lo que tienes, Nathan. Lo que sea. Lo necesito ahora.

Un silencio breve antes de que su voz grave vuelva a sonar.

—Te lo enviaré en cuanto pueda, pero... prepárate. Esto podría ser más grande de lo que imaginas.

Cuelgo el teléfono sin decir una palabra más. Mis manos tiemblan, pero ya no me importa. Mi mente empieza a correr a mil por hora. Tengo que protegerla. Y si eso significa destruir todo lo que construí a lo largo de los años, lo haré.

Me dirijo hacia el minibar, vertiendo un trago de whisky que quema al bajar por mi garganta. La verdad me golpea de nuevo. He estado tan concentrado en mi propio miedo, en no perder el control, que he dejado que el peligro se acercara a Sofía. He jugado a protegerla, pero desde un lugar erróneo. Pensé que podía manejarlo todo, que podía controlarlo, pero ahora sé que el amor no tiene cabida en eso.

¿Qué es lo que realmente estoy dispuesto a hacer por ella? ¿Voy a seguir jugando a ser el hombre que todo lo puede controlar, o voy a dejarme llevar por lo que realmente siento? ¿Voy a ser el hombre que la ama, sin barreras?

Mis pensamientos se dispersan en mil direcciones mientras pienso en Sofía. En su sonrisa, en su fuerza, en el amor que me dio sin pedir nada a cambio. Y me doy cuenta de que ella no merece mis reglas. No merece que la ame desde el miedo. Ella merece ser amada con la verdad, con todo lo que soy, con mis defectos, mis miedos y mis imperfecciones.

He estado tan ocupado protegiéndola desde mi distancia, desde mis muros, que nunca he visto que ella me necesitaba más cerca, más vulnerable, más real. Y si eso significa arriesgar todo lo que soy, entonces que así sea.

Una hora después, me encuentro fuera de mi departamento, caminando hacia el coche, decidido a enfrentar el pasado, a enfrentar mis sombras. Este no es solo un juego de poder, este es el amor de mi vida. Y no voy a dejar que nada ni nadie se lo arrebate.

A medida que la puerta del coche se cierra detrás de mí, una sensación de determinación se apodera de mí. No más muros. No más miedos. Solo Sofía. Y todo lo que haga falta para protegerla.

Voy a luchar por ella. Pero esta vez, lo haré a su manera.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP