Sofía
El viento frío de la mañana acaricia mi rostro mientras camino por las calles de la ciudad. No puedo evitar sentirme pequeña aquí, en un lugar que nunca he considerado hogar. Todo lo que quiero es desaparecer, dejar atrás lo que me persigue y encontrar un poco de paz. Pero el pasado no se desvanece tan fácilmente, y las sombras de lo que dejé atrás siguen acechando mis pensamientos, cada vez más cerca.
Me he esforzado por mantenerme ocupada. Trabajo en una pequeña tienda de flores, donde las flores y las plantas se convierten en mi refugio. En silencio, las cuido, las trato con esmero, como si pudieran curar las heridas que llevo dentro. Es una rutina sencilla, casi rutinaria, pero es lo único que me mantiene en pie. No puedo dejar que el miedo me controle, aunque el temor de que la situación empeore no me abandona.
Sé que debería haberme ido más lejos. Aún me arrepiento de no haberlo hecho antes. Podría haber comenzado de nuevo en otro lugar, sin recordar nada de Alexander, de