Alexander
El corazón me latía con fuerza mientras me colocaba la máscara negra de encaje y ajustaba el traje con precisión. Aquella noche no era un simple evento social: era una cacería. Cada paso que diera podría delatarme, y si eso pasaba, no solo yo estaría en peligro, sino también Sofía.
La gala organizada por la red de contrabandistas de arte era una mezcla perversa entre lujo y crimen. Estábamos en un palacio escondido entre las calles más antiguas de Marrakech, un lugar donde las leyes parecían haberse detenido en el tiempo… y donde la oscuridad tenía rostro humano.
—Alexander Devereux —me susurró una voz masculina al acercarse por detrá