Mundo ficciónIniciar sesión**Isabella Montalvo** Siempre he estado por mi cuenta. Huérfana a los diez años, tuve que aprender desde muy pequeña a no apegarse a nadie. Mi vida consistía en trabajar y mantener a Alan, mi medio hermano, lejos de los problemas... **Jacob Emer** Más de medio millón de personas sintonizan mi programa de televisión cada día. Confían en mí para mantenerse informados. Me gusta creer que soy honesto, sin importar la historia que cuente. Muchos me llaman frío, calculador, incluso sin corazón. Y tienen razón. Pero tengo un secreto: el hombre con el que he estado los últimos cuatro años… y ahora *ella* aparece para cambiarlo todo. **Owen Mason** Solo quiero tres cosas: 1. A Jacob Emer y a Isabella Montalvo, los dos en mi cama. 2. Ser el mejor chef del país. 3. Averiguar cómo conseguir lo primero sin arruinar lo segundo. Tres personas. Una historia de amor. La vida nos está dando algo que ni en nuestros sueños más locos podríamos haber imaginado.
Leer másLa luz del día se colaba por las grandes ventanas del comedor de la casa, iluminando los espacios amplios y acogedores que Owen, Jacob e Isabella habían convertido en un verdadero hogar. El ambiente estaba impregnado de una paz que antes les resultaba esquiva.Se veían rastros de juguetes, por todo el lugar. Algo que a ellos le encantaba este lugar era su hogar, su santuario aquí eran ellos mismos. Una familia construida por ellos. La puerta principal se abrió e Isabella entró con una carpeta en la mano y una amplia sonrisa en el rostro. —¡Ya está! Lo de la matrícula en la escuela de diseño está totalmente resuelto. — Isabella exclama en voz alta — Empiezo el próximo septiembre ...En ese momento, Owen salió de la cocina, llevando un delantal manchado de harina y con un aroma delicioso que lo seguía como una estela. Sonriendo—¿Eso significa que una de mis personas favorita va a convertirse en una diseñadora de modas?— preguntó, con una sonrisa orgullosa.Isabella se acercó a él, le
Tres meses después:JACOB El estudio en casa. Jacob mira documentos legales extendidos sobre el escritorio. Suspiro por fin todo el papeleo había terminado, le había costado trabajo decidirse al final. Pero aquí estaba, pensó que el procedimiento sería más engorroso pero todo fue sencillo, no le había dicho nada a nadie sobre cuál fue su elección final. Bella le había dejado los papeles de los niños a mano pues no solo tenía que cambiar su identificación, partida de nacimiento, certificado de estudios sino que también estaba la de los pequeños y por fin estaba listo. Jacob vio como Owen entraba junto con Bella y los pequeños en brazos.— ¿Sigues dándole vueltas al asunto del apellido?Jacob Suspiro, señalando los papeles.— Es más complicado de lo que creía. Emer me quema en las manos, pero no sé si... — les indicó con su cabeza hacia los papeles en la mesa— la elección fue la correcta.Owen, se apoya en el escritorio, mientras acomodaba a la princesa de la casa mientras que Bella a
La puerta del despacho se abrió para dar paso a Charles Emer. A pesar de la situación, llevaba puesta su arrogancia como una armadura. Su traje era impecable, pero su rostro estaba marcado por la tensión y un desprecio que no podía ocultar. Sus ojos barrieron la habitación, deteniéndose con desdén en Asper, luego en Jacob, y finalmente en Luis. Una sonrisa cínica y torcida se dibujó en sus labios.— Vaya, vaya... una reunión familiar — soltó, su voz cargada de veneno. — Qué conmovedor. La esposa despechada y el hijo con su disfuncional familia y ...No pudo terminar la frase. Luis se movió con una rapidez y determinación que heló el aire. Se interpuso físicamente entre Charles y Asper, bloqueando por completo la vista, su espalda ancha y rígida convertida en un muro infranqueable. Su mirada, fría como el acero, se clavó en Charles con una intensidad que hizo que el otro hombre, por un instante, retrocediera un paso.—Señor Emer — comenzó Luis, su voz no era alta, pero cortaba como un
—¡Asper!Su nombre, pronunciado por su voz, con esa cadencia que solo él tenía, la atravesó como una descarga. Se estremeció, pero no se dio la vuelta. No podía. No quería enfrentar la verdad que Luis representaba. No al hombre que, con un solo beso, había logrado hacerla sentir como una mujer deseada y amada por primera vez en treinta largos y desoladores años.Treinta años. Nadie lo sabía. Nadia sospechaba que su matrimonio con Charles Emer había sido la farsa más elaborada, una jaula de oro y mentiras.El recuerdo de aquella noche, la noche en que todo se torció, la asaltó con una nitidez dolorosa. Los fragmentos de memoria que tenía eran manchados, vergonzosos, un rompecabezas de violación y traición. Luego la noticia del embarazo había surgido, la desesperación de pensar que podía ser hijo de Charles el alivio al descubrir cuánto tiempo tenía, luego el miedo constante porque alguien descubriera su secreto.Luego la convivencia, vivir en una constante sosobra de evitar que Charles
Al abrir la puerta, el tiempo se detuvo. Allí, en el marco de la puerta, con la mano levantada a punto de tocar el timbre, estaba él.Luis Almos.Más mayor, con canas en las sienes y las marcas del tiempo en su rostro, pero inconfundiblemente él. Sus ojos, esos mismos ojos grises-azulados que heredó Jacob, se abrieron con la misma sorpresa que ella debía estar reflejando. La distancia de treinta años se evaporó en un instante, reducida a la nada por la proximidad física. El pasado no solo había llamado a su puerta; estaba parado en ella, tangible y respirando, listo para reescribir su futuro.Luis AlmosEl motor del sedan negro zumbaba suavemente mientras Luis se alejaba de la casa de Jacob, pero su mente estaba lejos del camino. La imagen de su hijo —su hijo— abrazándolo, el susurro de "cuídate, hijo" aún ardiendo en sus labios, había abierto una compuerta emocional que ya no podía contener. Había cumplido con la parte profesional, había puesto las cartas sobre la mesa para proteger
La puerta se cerró suavemente tras la salida de Luis, pero el eco de su presencia parecía haberse impregnado en el silencio del vestíbulo. Jacob permaneció inmóvil, mirando la madera de la puerta como si aún pudiera ver a través de ella. El susurro, aquellas dos palabras, resonaban en su mente con la fuerza de un trueno.Entonces la voz de Owen le llegó.—Bueno... eso fue... algo — dijo Owen, rompiendo el hechizo desde la entrada de la cocina. Su tono era una mezcla de asombro y alivio. —El tipo es intenso, no hay duda. Pero saber que Charles se enfrenta a una doble condena... es una jugada maestra.Isabella se acercó a Jacob, su mirada llena de una preocupación y una curiosidad profundas. Puso una mano en su brazo, notando la tensión en sus músculos.— ¿Estás bien?— preguntó suavemente. — ¿Qué pasó en la puerta? Nos pareció ver...Jacob parpadeó, desviando finalmente su mirada de la puerta hacia ellos. Exhaló un largo suspiro, como si hubiera estado conteniendo la respiración desde
Último capítulo