Cuando Basil Sokolov irrumpe en mi vida, me arrastra a su infierno personal lleno de engaños y oscuros secretos familiares, sin saber que es un misterioso criminal que está decidido a hacerme suya, termina convirtiéndose en mi jefe, obligándome a tomar una decisión; poner toda la distancia posible entre los dos. Pero cuando descubro que es el tío de mi prometido, mis planes se van por la borda. Cambiar de estrategia ya parece imposible, incluso antes de ser chantajeada por él, un futuro líder de la Bratva. Mi vida perfecta toma un giro extraño y violento, cuando descubro que mi prometido me engaña con su secretaria, Basil me roba un beso que sabe más a sentencia de muerte, y que es el mismo hombre que me salvó de un brutal secuestro. ¿Cómo escapar de un nuevo compromiso con el futuro Boss de la mafia rusa?
Leer másMÍA
—¡Despierta, perra!
El chorro de agua desaparece, una bofetada en mi rostro hace que abra lento los ojos y tome una larga bocanada de aire que se siente como volver a la vida.
Me secuestraron hace unas horas. Ahora me transportan a una fábrica abandonada.
—Por favor… —mi voz es ronca, débil y apenas audible—. Suéltenme.
—¿Oíste eso, hermano? Quiere que la soltemos —ríe el segundo, el más alto y fornido, sin mover ni un solo músculo—. Me temo que no podemos hacer eso, preciosa.
Ambos se unen en una risa que eriza cada espacio de mi piel, los latidos de mi corazón se aceleran a un ritmo inestable, mi labio inferior tiembla y se necesita todo de mí para controlarme, siempre he sabido manejar cualquier situación, aunque esto esté fuera de mis límites.
—¡Suéltenme! —grito en un momento de desesperación.
Un nuevo golpe me llega volteando mi rostro, la sangre brota de mi boca y escupo mientras siento que mis ojos se llenan de agua e intento detener la misma niebla que me golpea profundo el pecho.
—No me gustan los escándalos —gruñe uno de ellos.
Me duelen las extremidades del cuerpo, mi cabeza da vueltas y mi rostro me arde de maneras que nunca he experimentado. Uno de ellos, sin decir nada, saca su móvil y comienza a marcar un número, por la manera en la que sostiene el aparato, sé que se trata de una videollamada.
—Hola, señor Grant.
Mi piel se eriza más, cuando registro el nombre que pronuncian, Lance Grant, mi prometido, con quien llevo poco más de cuatro años saliendo, director general de la empresa para la que trabajo, de pronto, toda neblina que me rodea se desvanece y un cálido alivio me avasalla el cuerpo.
Hay un solo pensamiento en mi cabeza, y es que él me va a salvar, lo hará, tiene que hacerlo.
—Tenemos algo que le pertenece —ríe el más pequeño y debilucho.
Enseguida, ponen la cara principal del celular frente a mí, en ese instante lo veo, su cabello castaño alborotado, tiene la camisa arremangada y la corbata mal puesta, ha estado despierto toda lo noche, se le ve en el rostro, sus ojos negros me inspeccionan como si fuera un animal salvaje, una rara especie.
—¿Eres tú, Mía? —pregunta con incredulidad.
No lo culpo, no me he visto en el espejo, pero no hace falta saber que mi rostro debe estar casi irreconocible debido a los golpes.
—Lance —susurro sin aliento.
—Como puede ver, tenemos a su prometida, si no nos da la cantidad que le habíamos dicho, ella muere —me apunta el hombre delgado con un arma que va directo a la cabeza.
Dejo de respirar por un segundo, sin embargo, mis ojos no se apartan del hombre con el que me voy a casar. Él entrecierra los ojos y se acerca más, queriendo ver a través de la pantalla, si realmente soy yo. Hasta que una nueva voz se une de fondo, femenina, suave, una voz que conozco muy bien, Alisa Collins, su secretaria personal.
—No creo que esto sea real, señor Grant —espeta con firmeza e incluso suena demasiado convincente—. La señorita Bennett siempre ha querido llamar su atención con cualquier cosa, es muy terca, seguro que se trata de una broma, estoy segura de que se inventó toda esta historia ciega para engañarlo, no puede caer en sus juegos.
—Pero… —Lance duda sin dejar de inspeccionar mi rostro.
Puedo ver a la mujer detrás de él, solo que no se le ve el rostro, debido que Lance está sentado delante de su escritorio y ella a sus espaldas de pie.
—No puede entregarles esa cantidad de dinero, es absurdo —sigue Alisa—. Tal vez actúe con ellos para después repartirse el botín, ellos son cómplices.
Solo le toma dos segundos a Lance para cambiar la expresión de su rostro, enderezó su postura y enseguida su aura se vio más oscura y penetrante.
—No voy a pagar ningún rescate —dijo en tono hosco—. Sugiero que ya no colaboren más para engañarme.
Su mirada se oscurece, lanzándome dagas de fuego por los ojos, él está enfadado, piensa que todo es un juego y no lo es. Intento hablar, pero Lance me interrumpe de manera abrupta y directa.
—Y tú, Mía —niega con la cabeza—. ¿Cómo me puedes hacer esto?
La rabia me carcome las entrañas.
—¡Yo no hice nada, Lance, esto es real! —sollozo sin poderlo evitar.
—¡Silencio! No eres más que una mentirosa, nuestro compromiso ni siquiera ha sido público, ¡Tú eres la única que pudo habérselos dicho! Tienes que haberlo planeado, ¿desde cuándo, Mía? —Suelta un suspiro lleno de exasperación—. No creí que eras una m*****a mentirosa.
Sus palabras no solo me sellan mis labios, se filtran debajo de mi piel, ¿cómo me cree capaz de algo como esto? ¿Planear mi propio secuestro? Es absurdo.
La barbilla me tiembla, el negro de su mirada me absorbe, lleno de amargura y arde como ácido.
—Recapacita, Mía, regresa al trabajo, deja esta tontería, hablaremos cuando regreses —finalizó colgando.
El alma se me cae a los pies, el mundo se me viene encima y no puedo creer que Lance no me haya creído, que le hiciera caso a cada una de las palabras de Alisa. Él tiene razón, la noticia de nuestro compromiso todavía no se hace pública, lo habíamos estado manteniendo en secreto, las únicas personas que estaban enteradas además de nosotros, solo eran algunos miembros de su familia, y mi padre, por supuesto.
—¡Joder! —uno de los tipos lanza el móvil al suelo, haciéndolo añicos—. ¡Te dije que no funcionaría!
Hay ciertas palabras que recuerdo y que en estos instantes golpean las paredes de mis recuerdos, palabras que hasta el día de hoy resuenan y me hacen sentir como basura.
A nadie le importas, Mía, solo eres una muñequita que cualquiera puede manejar a su antojo.
Eres una don nadie, no eres nada.
Un segundo golpe en mi rostro hace que casi pierda el equilibrio y caiga de lado, el puñetazo me duele hasta la quijada, la sangre brota de mi boca y se desliza por las comisuras de mis labios, duele, pero más me duele el hecho de que Lance no me crea pero a Alisa, sí.
—¡Eres una completa inútil! —un nuevo golpe me llega, haciendo que vea puntos de colores, mi visión no es la mejor ahora mismo.
El dolor que siento es como si mil cuchillos se me clavaran en el cuerpo, no hay nadie que me pueda ayudar, Lance me ha dejado a la deriva, y dudo que estos tipos me dejen con vida, me pregunto qué pensará Lance cuando encuentren mi cuerpo sin vida en algún sitio, después de días, mis ojos se nublan debido a las lágrimas que no dejo de derramar. Sacudo la cabeza, apartando esos pensamientos cancerosos de mi mente.
—Parece ser que a tu prometido le importas nada —el alto y fornido mira a su compañero—. Sabes qué, en vista de que no vamos a cobrar nada porque no vales nada, me parece que nos tendrás que pagar de alguna forma el haber perdido tiempo contigo.
Una risa casi siniestra se dibuja en sus labios, sus ojos verdes brillan con malicia y algo más intenso que el mismo miedo me invade y contrae mis entrañas. Veo cómo comienza a quitarse el cinturón del pantalón.
—No… —sollozo—. Por favor.
—¿Qué haces? —le pregunta su compañero.
—Vamos a divertirnos con esta zorra, la vamos a violar y luego la mataremos —ríe con malicia negra—. Un cadáver no puede hacer denuncias a la policía, ¿verdad?
EMMANUEVE MESES DESPUÉS…—Puje, señora Stillv.Me indica el doctor, una vez más, han pasado demasiadas cosas, y una de ellas es el hecho de que hace seis meses me casé con Donovan, o, mejor dicho, lo logró mediante amenazas constantes, intento no pensar mucho en el desastre que fue nuestra boda.No por el hecho de que nos hubiéramos casado, sino, porque precisamente en ese instante fuimos atacados por los italianos, un grupo rebelde que se desprendió de Ender y de todo lo que significaba, no lo aceptaban como capo porque seguían sintiendo rencor de que hubiese perdonado la vida de aquellos a quienes consideran traidores.En especial a mí, así que el día de nuestra boda, Donovan llegó ensangrentado a la habitación, con aire asesino, para después follarme como bestia, sé que dije que no sería la segunda esposa, nada, pero al final, ¿cómo podía decirle que no al hombre que amo?El mismo hombre que ahora mismo me sostiene la mano y mira mal al doctor, quien nervioso, solo intenta hacer s
EMMA—Sabes, jamás imaginé que lo que sentías por Ghost, fuera de verdad.Miro a Ender, quien, pese a que sus palabras intentan demostrarme otra cosa, sus ojos me dicen todo lo contrario, y la verdad es que le creo más al brillo diabólico de su mirada, que a sus palabras llenas sin un sentido.—No te merece, de hecho, no creo que alguien lo haga algún día.—¿Tan pronto y me extrañas?—Siempre, Emma.Se pone de pie, camina hacia mí y rodea mi rostro con una mano, joder, él es tan… apuesto, pero no se compara con el hombre que amo, mucho menos tiene esos ojos verdes que tanto me enloquecen. Una descarga de electricidad recorre mi cuerpo, y el miedo se apodera de mí cuando las puertas del despacho de Basil se abren de par en par.—No la toques.Tenso el cuerpo, una mezcla de alivio y de sin sabor, me recorre, es aplastante, tanto que es lo mismo que quedarme sin aire.—Donovan —susurro llena de alivio.Ender se aparta de mí, no porque se lo haya ordenado, sino, porque entran en esta espe
RIKALo deseo, eso es seguro, Emma siempre ha tenido todo en la vida, ella es la afortunada, lo supe desde el principio, y sigue siendo así, de las dos, ella es la que ha tenido la mejor vida, no fue fácil pero ahora que Donovan está manejando el auto que nos llevará directamente al bosque en la frontera de Rusia, lo confirmo, esta vez es diferente, él me gusta en serio.Desde que lo vi por primera vez, supe que este deseo enfermo no era como el de los demás, no, él me gusta demasiado, no dice nada, de hecho, se ha dejado capturar, ¿por qué? Tengo una idea, no soy idiota, el problema para él, es que soy yo la del arma, soy yo la que maneja esta situación.—Estás muy callado —rompo el silencio.—No hay nada de lo que pueda hablar contigo.Mierda, su voz ronca es tan intensa, que no puedo evitar imaginarme debajo de su cuerpo, mientras él empuja al fondo y diciéndome cosas muy sucias con esa voz ronca a mi oído.—Y creo que si tenemos muchas cosas de las que podemos hablar, podemos come
EMMAPodría decir que ahora mismo me considero la persona más infeliz de la vida, siento que todo lo que he estado planeando se me derrumba, en especial, porque Donovan, Basil y Ender, llevan casi todo el día encerrados en el despacho, Mía ha tratado de que yo me sienta como en casa, es imposible, mucho menos sabiendo lo que me espera, algo peor que el mismo infierno.Observo la hora que marca el reloj colgado en una de las paredes de manera estratégica, son las nueve de la noche, si no salen en cinco minutos, me temo que tendré que hacerles la vida imposible, eso es un hecho.—Deja de pensar en ellos, no hará que salgan más rápido.La voz de Mía hace que salga de mi ensimismamiento y deje de lado todo pensamiento destructivo.—Ya han tardado demasiado —tenso el cuerpo.Camino de un lado a otro, hace media hora que me he cansado de esperar y ahora estoy delante de la enorme puerta de roble que no se abre.—Tal vez deberíamos intentar derrumbar la puerta, ¿no te parece?Mía niega con l
EMMAUn trato es un trato, luego de que convenciera a Ender de quedarse con Emma, ahora es él quien me mira confuso con todo lo que le he comentado. Tuve que decirle la verdad si quería que desapareciera de mi vida, ella, no él, de hecho, Ender me cae bien pese a lo que ya sé que va a decir Donovan.—Así que se trata de eso —dice pensativo.Me costó un mundo hacer que el padre de mi hijo nos volviera a dejar a solas, cuando vio que Ender le inyectó un sedante a mi hermana.—Ella siempre ha querido todo lo que es mío, puede que cuando éramos niñas llegó a empezar como un juego inocente, pero con el paso de los meses, pese a ser solo unas niñas, comprendí que su maldad era real, me erizaba la piel cada que estaba cerca de mí —susurro mirando por la ventana—. Hice lo que hice por mi bien.—Solo que no pensaste en las consecuencias, ¿cierto?—El que mis padres murieran en ese accidente, y que las dos viviéramos, sí, no estaba en mis planes a futuro.Me muerdo el labio inferior.—Lo que me
DONOVANHa pasado una maldita semana desde que Emma aceptó ser mía de nuevo, y debo admitir que no he podido dejar de follarla, de querer saber en dónde está en cada momento, es mía, solo mía, al igual que el hijo que está creciendo en su interior, aún no me acostumbro a la idea de que vaya a ser padre, pero estoy seguro de que haré todo lo que esté en mis manos para que nada nunca le falte, eso es seguro.—Donovan.Levanto la mirada, Basil no está contento, no con lo que acaba de recibir hace unas horas, un llamado de la mafia italiana, en donde Ender, su cuñado y el Capo, piden una reunión obligatoria con mi mujer.—¿Acaso me estás escuchando?—Sí, y la respuesta sigue siendo la misma, no.Tensa el cuerpo.—Tiene que hablar con él, tarde o temprano, no puedes hacer que ella se escape del contrato que firmó. Ella lo hizo sabiendo las consecuencias.—Lo estoy haciendo, Emma no habla con nadie, mucho menos con él.—Donovan.Me pongo de pie.—Basil, siempre he hecho todo lo que me has p
Último capítulo