HabĂan pasado dos dĂas desde el ataque.
La cabaña aĂșn olĂa a incienso protector, las marcas de la criatura se habĂan desvanecido de las paredes, y AilĂ©n apenas habĂa dormido. No porque tuviera miedo, sino porque cada vez que cerraba los ojos, revivĂa el momento en que la luz brotĂł de sus manos. Ese poder que no entendĂa. Que no controlaba.
Kaor tampoco hablaba de ello. Pero algo en Ă©l habĂa cambiado.
Ya no se negaba a recibir su ayuda. No gruñĂa por cada gesto amable. Y por primera vez, no se ocultaba tras la arrogancia. PermanecĂa mĂĄs tiempo cerca de ella, observĂĄndola en silencio, como si temiera que con un parpadeo⊠pudiera perderla.
Esa noche, el cielo estaba despejado. La luna llena se alzaba sobre el bosque, bañando todo en un resplandor plateado.
Kaor se habĂa levantado antes que ella y estaba afuera, sentado sobre una piedra plana junto a la chimenea apagada, con una manta sobre los hombros. Sus heridas se curaban poco a poco, aunque aĂșn se notaba el desgaste. La sombra habĂa dejado huellas⊠mĂĄs dentro que fuera.
Ailén salió en silencio, llevando consigo una taza con infusión de calmantes y una linterna mågica de cristal.
âSigues descalzo âdijo, rompiendo la calma.
Kaor girĂł la cabeza hacia ella.
âNecesitaba sentir la tierra.
âÂżY quĂ© te dijo?
âQue no me pertenece. Y que tĂș⊠sĂ.
Ailén se detuvo a su lado, confundida.
âÂżCĂłmo que yoâŠ?
âEl bosque responde a ti. No a mĂ. No a los mĂos. TĂș eres parte de Ă©l, aunque no lo sepas.
Ella se sentó junto a él, entregåndole la taza.
âÂżY eso te molesta?
Kaor negĂł con la cabeza, sin mirarla.
âMe aterra.
Ailén bajó la vista, abrazåndose las rodillas.
âYo tampoco sĂ© lo que soy, Kaor. Lo que pasó⊠fue como si algo dentro de mĂ se abriera. Como si una parte dormida se hubiese despertado de golpe. Y me asusta no saber quĂ© viene ahora.
âLo sĂ© âmurmurĂł Ă©lâ. Por eso estoy aquĂ.
Ella lo mirĂł. Ăl no devolvĂa la mirada, pero su voz era mĂĄs baja. MĂĄs honesta.
âLa noche que me atacaron, no solo me traicionaron. Me usaron. Sellaron mi poder, me convirtieron en un receptor de corrupciĂłn. Una trampa viviente. Creyeron que morirĂa. Pero el bosque me arrojĂł aquĂ. A ti.
âÂżCrees que fue casualidad?
Kaor alzĂł los ojos hacia la luna.
âCreo que tĂș me salvaste antes de que yo supiera que necesitaba ser salvado.
Ailén sintió que algo dentro de su pecho se aflojaba. Como una tensión que llevaba años sin soltar.
âY tĂș⊠me salvaste esa noche. A pesar de tus heridas.
âHabrĂa muerto antes de dejar que esa cosa te tocara âgruñó suavemente.
Por un momento, el silencio se volvió denso. No incómodo. Solo⊠cargado.
Entonces, Kaor girĂł hacia ella. Muy despacio. Sus ojos dorados se cruzaron con los de AilĂ©n, y por primera vez, no habĂa amenaza en ellos. Solo una ternura quebrada, un fuego contenido, una sĂșplica muda.
âNo te acerques demasiado âmurmurĂłâ. PodrĂa querer quedarme.
âY si ya lo hiciste⊠âsusurrĂł ella.
Kaor se inclinĂł apenas. Sus rostros estaban a centĂmetros. El aliento de ella temblaba. Las manos de Ă©l, aĂșn temblorosas, se alzaron y rozaron su mejilla.
âNo soy un buen lugar para quedarte.
âTampoco estoy buscando un lugar perfecto ârespondiĂł AilĂ©n, cerrando los ojosâ. Solo uno donde pueda respirar.
Y en medio de la noche, con la luna como Ășnico testigo, Kaor apoyĂł su frente contra la de ella.
No fue un beso.
No aĂșn.
Fue algo mĂĄs profundo. MĂĄs necesario.
Dos almas rotas, reconociéndose en el silencio.
Y aunque no lo dijeran, algo entre ellos ya habĂa comenzado a arder.