El amor es una emoción que se moldea según la persona que lo brinda y debe ser comprendida por aquel que lo recibe. Sin embargo, ¿qué sucede cuando quienes se aman hablan idiomas distintos? Es precisamente en ese momento que uno de ellos vive su amor por duplicado. Tres generaciones han sido marcadas por la incapacidad de distinguir entre un amor dulce y uno amargo. ¿Logrará Daniel con sus decisiones romper con esta maldición, o su apuesta le abrirá las puertas a un mundo que se desmoronará ante él?, pero lo que sí tiene claro es que su nuevo juguete, Danna, es solo una pieza sacrificable en su búsqueda por demostrar su versión del amor o del desamor según quien lo escuche. El destino se sumará a la apuesta como un jugador no invitado, permitiendo que uno entregue un amor dulce, mientras que el otro reciba uno cargado de amargura. Solo tú, querido lector, podrás desvelar este enigma al adentrarte en las páginas de este apasionante, sensual e increíble romance, donde los sentimientos serán quienes finalmente determinen al vencedor.
Leer más“… Con total lógica Talía estaba tan enojada como desesperada. Reacción que sabiéndola cierta me hizo hervir la sangre, de hecho, estábamos a escasos segundos de arremeter contra Cesar. Sin darme cuenta mis dedos presionaban frenéticamente las clavículas del delgado joven, cuando estaba a punto de estrangularlo. Sus ojos estaban casi fuera de sus órbitas, junto con los gritos de Rosa, los que no lograron calmar mi enfado.Fue en ese preciso momento que, de repente, la puerta del apartamento se abrió, revelando a mis padres con Erika dormida en los brazos de mi madre. Al perderme en los profundos ojos castaños de mi madre, pude disminuir mi respiración acelerada y los latidos frenéticos de mi corazón; me sentí ligeramente más relajado al contemplar la escena que tenía ante mí.Poco a poco, casi como un robot, fui afloj
“… Al despertar me permití disfrutar al máximo del nuevo día, nada mejor que un sábado familiar. Estábamos bajo las sombras apacibles de unas acacias en la plaza monumental a unos diez minutos del apartamento de esas dos mujeres que me tenían el corazón derretido. Sonreí al imaginarme los pensamientos de troncón, en cuanto a la mayor de las dos féminas, de seguro el calor corporal que Talía emitía es quien calentaba a troncón hasta casi hacerlo arder.Iniciamos una lenta caminata intentando que Erika se estimulara para dar sus primeros pininos, sostenida por ambas manos. Mi momento preferido estaba por llegar; adoraba comer no uno, ni dos helados de paleta, sino tres, sí me gustaba comer tres. Sentir el dulzor derritiéndose en mi boca hacía que lo pudiera casi comparar con el sexo... «Espero que nadie nunca se entere de mi gran secreto, sobre todo troncón, porque creo que se enfadaría mucho», subí mis hombros al tratar de restarle importancia a mi conversación mental.El calor de las
“… ¡Por todos los truenos, diablos y millones de rayos!, no era momento de pensarlo mucho, porque lo justo es justo, así que decidí darle la verdad, dejando atrás un pasado pletórico de un amor por duplicado, ya que, ¡rayos!, era mi verdad… «Sí reconocer hoy en día que el recuperarme de la vivencia de ese amor, el cual creí dulce, pero que terminó siendo amargo, tanto para Danna como para mí, me costó todo un mundo lleno de noches solitarias, de tardes interminables y de mañanas frías, pero que ahora me hace ser digno de volver al ruedo de las relaciones amorosas, pues estoy adentro otra vez», pensé seguro de ser más maduro y fuerte que hace casi dos años. Para ser justo, mi relación con Danna en un principio fue solamente una apuesta entre dos hombres que intentaban, sin éxito, demostrarle al contrario su versió
“… Los besos y las caricias no se hicieron esperar, como suelen ocurrir ya en las últimas citas donde saboreábamos nuestros labios, al igual que nuestras hambrientas manos hacían traviesos recorridos sobre nuestros deseados cuerpos, pero me mantuve firme con el castigo a troncón.En esta ocasión no estaba dispuesto a perderla, y no por ser un mal perdedor, sino por el simple hecho de que ahora conocía lo que un amor unilateral puede hacerle a un corazón solitario… «Jamás juzgaré a Danna, ella al igual que yo nos entregamos por razones distintas. Danna es y será siempre una amiga valiosa que fue capaz de ir contra su moral, con tal de mantener con vida no solo su amor, si no la vida del ser amado, y eso es algo simplemente maravilloso. Yo, por mi parte, lo que empezó como una apuesta sin pies ni cabeza llegó hacer la mayor y más dolorosa lecci&oacut
“… Mis confundidas, alocadas y desorientadas neuronas lograron conseguir un poco de cordura, haciendo que la migraña entrase en posición de reposo. Suspiré aliviado, pero aún nervioso. Mi maltrecho corazón no estaba dispuesto a entrar en otro juego; en el cual tendría todas las de perder antes de finalizar la partida… «No, señor, otra vez no», me juré por respeto a mí mismo.El saber la divorciada tanto legal o emocionalmente me hizo feliz, pues no jugaría en la posición del amante nunca más. Sin embargo, necesité corroborarlo, nuevamente, así que volví a insistir con eso del divorcio, obteniendo la misma respuesta de ella.Contrariado, pero esperanzado, vi como el rostro de mi nueva casinovia palideció, tras soltar un par de bocanadas de aire, intentando encontrar algo de valor antes de abrir su provocati
“…Estábamos esperando en el área de atención al cliente cuando de pronto vi a un sobrecargo traer en brazos a una hermosa beba, la que me pareció, según ni inexistente y corta experiencia con esos monstruos infantiles, que no tendría más de año y medio. En ese instante a Talía se le llenaron los ojos de lágrimas, para simplemente correr a cargarla, a la par que la colmaba de besos... «Tranquila, mujer, tus labios son míos», dejé que mis egoísmos y miedos se apoderaran de mi celosa mente… «¿Quién es ella?, ¿qué está pasando?», mi mente se llenó de un sinfín de inquietudes.—Daniel, te presento a mi hija Erika —expresó orgullosa y feliz, mientras colma de besos el rostro del bebé.—¡Dios, rayos!, Talía nunca dijiste que estás casada… Yo no sé qué decir —gagueé por un momento, pero no pude evitar tocar la pequeña mano de la bebita.—No estoy casada, estoy felizmente divorciada, gracias a Dios —soltó entre risas, haciendo girar a la pequeña.Mientras conducía a casa de Talía, me entretuve
“… Fiel a mi naturaleza, no tardé en establecer una nueva rutina; me acostumbré a llegar tarde y con prisa al comedor, siempre siendo el último en ser servido. Ese día no era la excepción, mientras los dos últimos empleados se disponían a volver a sus labores. Como de costumbre, seleccioné una mesa junto a la ventana, dejándome llevar por mis pensamientos y recuerdos, cuando de repente escuché una voz suave y aterciopelada, la que me sacó de mi aletargamiento.—Hola, disculpa, ¿podríamos compartir la mesa? —elevé la mirada, para ver parada frente a mí una mujer que me dio la impresión de ser extranjera por la exótica pronunciación de su español, sus rasgos fueron, realmente, difíciles de ubicar en una raza en particular.—¿Disculpa? —respondí, algo perdido en
“… En esos meses, realmente, me encontraba en celibato autoimpuesto, por consideración al amor por duplicado que vivimos cada uno. Manuela había asumido sin protesta el rol de cuevita; quien sabía que debía estar en espera de troncón, sin embargo, yo no iba a apresurar ni presionar a mi Danna.El “tic tac” del tiempo nos entregó casi seis meses, ya mi Danna estaba al día con el trabajo acumulado, vivía sola, aún iba a consulta una vez a la semana. Sus avances eran gigantescos, según la psicóloga, quien era amiga de mi familia y nos mantenía al tanto de los progresos sin romper su ética profesional.Un año después, un sábado cualquiera, Danna, se presentó de sorpresa en mi apartamento. Me asombré, ya que ella paulatinamente se había alejado de mí. Creí, en ese entonces, que debía darle espacio y tiempo para sanar. Pero debía de reconocer que varias veces por semana me escabullía para verla, de lejos, en la oficina trabajando y siempre buscaba la tobillera al final de su esbelta pierna.
“… Danna corrió otra vez hacia mí, mirándome a los ojos, me recordó cuando le dije que yo tenía la capacidad de obligar a las personas a hacer lo que yo quisiera—Dale la orden, Daniel, que se quede conmigo porque yo anhelo ser su esposa, ¡ordénaselo!, Daniel, has eso por mí —Me suplicó, mientras se aferraba a mi camisa.En ese instante, los dispositivos sonaron uno tras otro. Mi destrozada y desesperada Danna se desplomó a mis pies, aferrando con fuerza sus pequeñas manos alrededor de mis tobillos, sollozando sin consuelo, para que lo obligara a quedarse con ella; porque Danna prefería morir que estar sin él...«Allí fue cuando me vine abajo por completo, mi masculinidad se desvaneció en un instante, ya que cómo aceptar que mi amor, mi mayor amor, decidiera estar con otro», reflex