Tras un silencio necesario, la tía Naye espera por la respuesta de Darren, su Dandan. Verla mantenerle la mirada lo hace sentirse analizado; de ese tipo de ya saben… Te conozco, mejor que tú mismo. Así que negarse a abrir la boca no es una opción, sobre todo porque es él quien busca ayuda, ¡Dios!, pero qué carajo, él sabe que lo que está por salir de su boca lo dejará en evidencia.
Darren gira su rostro en dirección al alto ventanal por donde puede observar a sus doblemente sí, esmerados en complacerla. Buscando algo de autocontrol se truena los alargados dedos entrecruzados y deja salir un rotundo; no. A esa pregunta tan, tan cómo decirlo tan quemante, realista o simplemente brutal.
Un suspiro largo vacía sus pulmones, inhala profundo para llenarlos de nuevo, una hilera de respiraciones entrecortadas permite darle los “tic tac” del tiempo necesario