Mis palabras van disminuyendo conforme mi hijo Darren, intenta a toda velocidad comprender lo que acaba de escuchar.
Un cómodo silencio arropa la enorme, pero cálida biblioteca donde junto a mi hijo protagonizamos una danza de miradas. Yo aún toco mi tobillo recordando con inmenso agrado haber vivido su amor por duplicado en distintas etapas de la vida. Dos amores que me marcaron en el buen sentido de la palabra.
—En contadas ocasiones me pongo a pensar sin sentir la necesidad de juzgar el amor de Danna por Edward; fue o es un amor, como quieras mirarlo, que la llevó a transcender sus límites morales a cambio de intentar alargar la vida de su prometido. Sin embargo, estuvo dispuesta a manchar con sutiles pinceladas grises su inocente alma, con lo que para muchos sería, una falta grave, a pocos pasos de considerarse un pecado. Alma que fue liberada de todo dolor al acobijar un nuevo y perfecto amor junt