“… «Y yo ¿qué hago?», me dije como un tonto allí metido en el carro. No podía volver solo a la subasta tan rápido, así que me dirigí a un centro comercial a hacer algo de tiempo antes de volver al acto social.
Casi una hora después, allí estaba yo, saliendo de una joyería luego de comprar una tobillera para la mujer que me acababa de dejar plantado para irse a encontrar con su prometido… «¿Pero, ¿qué estoy haciendo con mi vida?, ¿qué me está pasando?», me reproché.
Mientras yo conducía resignado de vuelta al orfanato mi cochina imaginación inició el estreno de mi nueva película para adultos, donde mi cuevita es la protagonista, pero mi troncón no… «¡Qué Rayos!, cómo ella puede preferir a un actor de reparto cuando puede dejarse explorar por el protagonista, o sea yo», muevo, bruscamente, mi cabeza para sacar a este film de cartelera y así evitar un accidente automovilístico.
Al llegar al orfanato, claro, Paula y esa socia preguntan por Danna, tuve que mentir diciendo que se fue a una despedida de soltera de una de sus amigas. Cuando yo sabía que ella estaba en la cama con su prometido y yo rodeado de estos ruidosos niños ¡Dios, qué castigo!
Necesitaba presionarla un poco más, ya que habían pasado casi tres semanas y el único avance habían sido dos besos, nada más. Debía moverme más rápido, pero ella era difícil de leer. Mirando en mi experiencia como mujeriego lo máximo que le tardaba a mi troncón en complacer a cualquier chica no pasaba de dos citas, y diablos con esta mujer estaba rompiendo record cada vez que nos veíamos. Ya hasta manuela estaba protestando de tanto uso y lo peor era que mis películas en lugar de triple x, mayores de veintiún años, estaban pasando a la categoría para mayores de dieciocho años.
Decidí incorporarla a todas mis actividades, de tal manera, de que pasemos junto el mayor tiempo posible para lograr una dependencia entre ambos. Me reuní con el jefe de Recursos Humanos para asignarle a Danna el cargo de mi asistente personal, facilitando y justificando todas las salidas.
Para la cuarta semana ya teníamos una rutina; ella siempre en sandalias, uso de tobilleras, nada de vino tinto, siempre me soltaba, instantáneamente, cuando intentaba entrelazar nuestros dedos; como respuesta me tomaba del meñique y lo peor de todo es que siempre me dejaba plantado dos veces a la semana para correr feliz a los brazos de su amado. Esto último me mataba de rabia y frustración sexual, aunque no se lo hacía saber.
¡Rayos!, esa noche ella se veía sensual con ese vestido traslúcido y detalles bordados en negro sobrepuesto a un fondo blanco, de espalda descubierta que llegaba más abajo del nivel de su cintura. ¡Rayos!, estaba desesperado por tocarla y perderme en ella.
«Tranquilo troncón… Hoy sí dejaremos a manuela fuera, pues no usaré mi nombre si no logro explorar hoy a mi cuevita», pensaba y reía, mientras buscaba el título de mi nueva película porno; Explorando una cueva… Troncón llenando una cueva… Afuera manuela bienvenida mi cuevita, en fin, había tantas posibilidades, pero me decidí por; Perforando una cuevita. Salí de mis tortuosos, pero sexis pensamientos, mientras conducía para dirigirnos al teatro de la ópera, debí reconocer y aceptar que llegó un momento que nuestras cabezas se juntaron en plena función. Parecíamos dos enamorados, pero para mi desgracia solo éramos dos locos dormidos incapaces de soportar una función completa de ópera. Fuimos despertados por los aplausos, no paramos de reír al darnos cuenta de nuestra graciosa e incómoda situación.
Media hora después, estaba acercándola a otra estación del metro. ¡Rayos y más rayos!, odio reconocer que no pude usar mi nombre por varios días. Ya mi troncón estaba empezando a secarse por falta de uso carnal. Esta mujer me tenía al borde del colapso… «Tonta, necia y ridícula apuesta me tienes en celibato obligado», pensé con desagrado.
Pasado tres días nos iba mucho mejor; estábamos brincando y gritando en un concierto de rock a beneficio de una casa para jóvenes sin hogar. Salimos medio sordos y con la ropa empapada de sudor, listos para hacer una parada en un bar cercano e hidratarnos con unas cervezas muy frías.
Al verla tan feliz y relajada no pude contenerme más; aproveché la oportunidad para tocar sus labios con mi pulgar, me acerqué atrapándolos entregándole un beso suave, romántico. Ella no respondió, así que empecé a alejar mis labios, pero permanecimos con las frentes unidas. La miré, intensamente, a los ojos y tomé la oportunidad en el momento que ella entreabrió su boca para tomar una suave bocanada de aire. Volví a besarla, sin dudar me abrí camino con mi lengua hasta llegar a estimular la suya; el beso pasó de suave a algo intenso. ¡Dios!, su aliento era tan embriagador que no podía dar fin al beso, la solté cuando ella intentó reírse ante mi reacción tan impulsiva y posesiva.
Principio del formulario
Una hora más tarde, nos estábamos besando con pasión; me dejé llevar por su decadencia. Saboreé ese instante como si fuera una antesala a lo que considero, junto a troncón, nuestro esperado debut en el cine para adultos. Un estruendo repentino interrumpió nuestro ensueño, y con renuencia, nos alejamos del beso, riendo como un par de jóvenes. La envolví en un abrazo lleno de impaciencia, deseando que pasáramos la noche juntos, ansioso por ver si ella decidiría dejarme entrar en su cuevita esa misma noche. Sabía que ella también estaba tan excitada como yo; no era ningún ingenuo, era evidente que estaba lista para mí. Sin embargo, algo inesperado me arrastró de nuevo a mi cruel y triste realidad. Cuando, Danna, se reclinó en el respaldo del asiento del copiloto, su rostro ardía de rubor y su respiración se tornó sensualmente entrecortada. Inhaló un par de veces y, simplemente, se despidió de mí como si nada hubiera ocurrido.
Final del formulario
¡¡Rayos, rayos y más rayos!, allí estaba otra vez, viendo como ella entraba en la estación del metro. Apreté el volante frustrado sexualmente, mientras que mi troncón decide dormirse, evitando que manuela entre en escena.
Los siguientes tres días fueron algo suave, pero me descubrí tratando de observarla a lo lejos cada vez que iba al comedor o a reunirse con sus colegas. En dos ocasiones esa semana la pude ver al recibir el llamado de su prometido y correr literalmente a sus brazos. Esas seis horas para mí empezaban a sentirse eternas, haciéndome perder el control de la situación, así que encontré un método que me relajaba, mientras ella y su prometido disfrutaban juntos.
Sí, ya sabía que me estaba volviendo un tonto romántico, pero solo me relajaba, saliendo a comprar una tobillera cada vez que Danna apagaba el bendito celular.
Tres fines de semana después, estábamos invitados al cumpleaños de Paula, sería una gran fiesta, pero luego quedaríamos un pequeño grupo de invitados especiales, para disfrutar de todo el fin de semana. Y ¡Claro!, Paula insistió que asistiera con Danna.
Como siempre, Danna, bellamente vestida con un traje largo de color carmesí, digno de la ocasión y complaciéndome en usar sandalias de tacón alto. Intenté, nuevamente, entrelazar nuestros dedos, pero ella como siempre lo impidió, tomando solo mi meñique… «Ese denigrante gesto ya me empezaba a cabrear», apreté mis fruncidos labios evitando así reclamarle.
La fiesta estuvo genial las horas pasaron entre bailes, tragos y comida. Solo pude ver a dos mujeres disfrutar a plenitud, tanto de la cena, como de los tragos; Danna, mi casi cuevita, y Paula, las otras solo se limitaron a pellizcar o jugar con la comida, dar pequeños sorbos a las copas para luego dejarlas en cualquier lugar todo por miedo a perder su plástica figura.
Me encantó la actitud de Danna al no permitir que ninguna mujer bailase conmigo, cuando sonaba música suave o romántica… «Creo que aprendió la primera lección», mis ínfulas de gran maestro llenaron mis pensamientos. Pero lo que más disfruté fue bailar todas las baladas con ella, en ocasiones nos dábamos suaves besos, mientras nos dejábamos llevar por las melodías de turno.
Le hice seña a Danna, indicándole que era hora de irnos a dormir. Nos habían preparado una habitación, pero para ser sincero yo no esperaba caer en brazos de Morfeo tan pronto, solo estaba loco por verla con el conjunto de lencería de encaje rojo transparente que le mandé a entregar junto con el vestido...”
“… Decir que yo estaba tan ansioso como excitado para entrar en la habitación, era un eufemismo. Aunque Danna se mostraba más tensa de lo que yo hubiese esperado, tal vez, porque sabía, perfectamente lo que estaba a punto de acontecer… «Ya era hora, dos meses sin sexo real a fuerza de películas porno no filmadas o de una rápida relación entre manuela y troncón me tienen peor que un adolescente hot», pensé listo para la acción.Me acerqué para susurrarle al oído que todo estaba bien, que tuviera la mente abierta y si algo la molestaba o incomodaba yo estaba consciente de lo que debía hacer; en caso de que ella pronunciara su palabra de salvación. Decidí iniciar con una hilera de besos alrededor de su rostro, le entregué dos en sus ojos dando como resultado que ella los dejara cerrados, mientras yo busqué su apetecible boca, para mi sorpresa ella me correspondió de inmediato. No supe si fueron las copas de más o ya ella empezaba a crear un vínculo en esta relación. Realmente no me impor
“... La claridad de los rayos del sol nos despierta, al igual que el bullicio de los otros invitados. Danna corre al baño, empezando a vomitar casi descontroladamente. Lo que me asustó.—¿Te encuentras bien? —Quise saber todavía desnudo, mientras la ayudaba con su cabellera.—Sí, tranquilo, creo que fue mucho vino para mí —dijo, vestida con su traje de Eva, mientras se enjuaga la boca.Nos bañamos juntos disfrutando de otra tanda sexual para luego salir a desayunar. En la mesa ya estaban ubicados varios invitados, Paula se nos acercó a saludar. —¡Wow! Danna tienes un semblante distinto hoy, creo que pasaste una muy buena noche —Al rostro de la dueña de mi cuevita se le incrementó el tono del rubor, provocando las risas entre los invitados. Para que ella se sintiera apoyada me le acerqué por detrás, abrazándola y dándole un par de besos en la mejilla.Nos unimos al grupo de comensales para luego disfrutar del área de la piscina, allí pude ver a Danna con cara de preocupación, intenté a
“… Un día en particular y por primera vez, yo iba camino a su casa media hora antes de la acordada. Necesitaba adelantar unos contratos, ella estaba de permiso médico por una virosis, por lo que no se incorporaría hasta dentro de cuatro días. Así que esa fue la excusa perfecta para ir adentrarme en su vida privada. Mi troncón se emocionó, pensando en lo que le haría a su cuevita. La ventaja de saber que ella estaba evitando a toda costa un embarazo me había permitido experimentar las mejores tandas sexuales sin preservativos; vaciarme dentro y sobre de ella... «Esa lujuriosa y lascivia actividad se había vuelto el pasatiempo favorito y casi obsesivo de troncón, en ocasiones, recostado sobre el colchón sudado me intrigaba si mi blancuzca sustancia era inagotable», me preguntaba en silencio a punto de dormirme agotado, sudado, pero, ¡rayos!, satisfecho. —Hola, buenos días, Danna —saludé, sensualmente, feliz en cuanto abrió la puerta de su apartamento.—Buenos días señor, pase, siéntase
“… Me removí bajo mis sábanas de seda negras, listo para continuar los preparativos de la gran sorpresa. Respiré ilusionado como cuando apenas era un imberbe inocente que se conformaba con ojear apurado y a escondidas las casi revistas porno de mi padre cuando este se marchaba a trabajar. Eran los minutos más increíbles del día, claro descontando los quince minutos que me llevaba erguir a mi troncón, quien en aquel tiempo en algunas que otras ocasiones se negaba a levantarse, pero la culpa definitivamente era de la insegura, penosa e inexperta manuela. En fin, gracias a Dios que hace años pasé de las revistas a las películas, allí manuela tomó mucha experiencia, logrando hacer de mi virginal pene todo un troncón, pero como era de imaginarse las triples X no eran suficiente, así que a los diecisiete años troncón se graduó con honores; con el pasar de los años entre camas ajenas, ascensores, baños públicos y universitarios, playas, piscinas y algún que otro hotelucho de mala muerte logr
“… Tras una noche muy larga para mí, la mañana del sábado llegó más tarde que temprano. Ya estábamos a punto de aterrizar, íbamos a gozar de un fin de semana solo para nosotros cuatro en una cama para dos; troncón, cuevita, Danna y yo.No sabía qué pensaría del regalo de cumpleaños que le tenía preparado, esta vez la tobillera era algo diferente; sabía muy bien que Danna no podría usarla, pero igual era de ella.Ya habíamos desempacado, estábamos por cambiarnos la ropa para bajar a la playa, cuando la senté en el borde de la cama y le dije que iba a enseñarle su primer regalo de cumpleaños. Así que; empecé a hacerle un stripper muy bien ensayado, dejándola absorta con la boca abierta y a cuevita húmeda, era la idea, me quité la media del pie izquierdo, el que coloqué sobre su muslo invitándola a detallarlo. Ella abrió los ojos hasta casi más no poder, se tapó la boca, tragó un grito y empezó a temblar, comprendiendo lo que yo había hecho.—¡OMG!... Por Dios, ¿cuándo lo hiciste?... est
“… Verlos a los dos allí, sentados frente a frente con solo el tablero de ajedrez, separándolos y con las piezas del mismo como testigos de que él es su casi suegro, hizo que me embargara una sensación de rutina familiar desconocida hasta ese momento por mí. Una rutina familiar de esas que deseas que perdure por toda la eternidad, sin embargo, debo reconocer que tendría que iniciarse hoy. Eso no me incomodó, al contrario, me supo a natural. Me aferré al picaporte de la vieja puerta de roble como si fuera un salvoconducto a lo que podría ser. No fue hasta que escuché la voz serena y para nada prejuiciosa de mi padre que pude salir de mis pensamientos. —Jovencita, juegas muy bien, ¿quién te enseñó? —intentó establecer un acercamiento.—¡Ah!, a mi prometido le encanta jugar en las tardes después de la siesta —dijo muy digna.—¿Y tienen intensiones de casarse? —continuó, mientras movía una de sus torres.—Eso espero, casarme en un mes más, si Dios lo permite, aún tengo fe que eso suceda
“… Observé a mi padre levantarse, lentamente, mirándome con ternura y una profunda sabiduría, tan propia de quien ya había vivido, se dirigió al pequeño bar de madera para servir dos whiskies en las rocas, volvió a sentarse, mojó sus delgados labios en el licor escocés para luego dejar salir de ellos. —Más a mí favor, hijo, no puedes perderla por nadie, un amor así sólo se vive una vez en la vida y tú lo tienes a pocos pasos delante de ti, debes aferrarte a ella y no entregársela, fácilmente, no importa si están o no comprometidos. —Vi ramalazos de dolor en los grises ojos rodeados de alguna que otra arruga, los que se posaron en mí. —No caigas en el mismo error que cometí en mis tiempos de juventud— movió el vaso, permitiendo que el hielo campanee contra el cristal, tragó con algo de amargura para llenarse de valor y continuar.—He aprendido con el paso del tiempo a amar a tu madre no me mal entiendas; ella es una perfecta esposa y madre amorosa, pero aún lloro por quien fue mi verd
“… Finalmente, la fortuna se mostró favorable conmigo; había llegado el tan ansiado fin de semana. Permití que mi torpe inspiración poética diera paso a la romántica confesión de amor que brotaba dentro de mí por mi Danna; la cual sería mi respaldo para solicitar, rogar, pedir, e implorar que fuera mi esposa… «Sí, sí, sí, ya sé que perdí ante ella, ante Morgan y ante cualquiera, pero, ¿qué más esperan de mí?… Soy un buen perdedor, ¿saben? en ocasiones hay que saber perder, sobre todo cuando el premio no será entregado al ganador… Me río ante el destino al esconderme del karma», pensé seguro que vendrían tiempos felices junto a ella. A demás tenía conmigo un juego de anillos de compromiso que esperaba llenase sus expectativas… «En caso de que ella dudara, dejaría que mis más fieles cómplices la convencieran, ya que ella, difícilmente, se resistiría a troncón y a cuevita».Mi corazón se debatía entre galopear contra mi pecho o detenerse en seco, mientras iba en ese momento a recogerla.