Eva no podía creer la rapidez con la que su vida había cambiado en menos de un año. Si miraba hacia el pasado, exactamente hace un año, ella trabajaba en una compañía donde, si bien su futuro se veía largo y prometedor, las cosas no eran tan fáciles, debía esforzarse mucho para poder ir escalando peldaño a peldaño.
Prácticamente, ella perfectamente sabía que, luego de que su familia adoptiva la envió a Boston, ella se había quedado sola y no necesitaba que nadie se lo recordara. Cada Navidad, cada fecha importante, ella los pasaba sola o en compañía de amigos y conocidos, pero jamás de su familia.
Ella perfectamente sabía que, de ser por su mamá, ella no estaría sola, estarían juntas, aunque no tuviesen nada, ellas hubieran estado juntas. La vida no les permitió eso, así que Eva desde muy niña tuvo que aprender a valerse por sí misma y si en esa época así lo hizo, en esta ocasión, no tendría por qué ser diferente.
- Mi bebe, ¿Sabes que nunca vas a estar solo? Yo siempre estaré ahí, sé