- ¡Anda mi cielo! ¡Vamos al jardín a jugar! ¡Dejemos descansar a mamá! -dijo Sebastian bajando las escaleras y llevando en brazos al pequeño Ivan.
Al final de las escaleras, estaba Martina, quien, al verlo venir con el pequeño Ivan, los esperó.
- ¿Cómo está la niña? -preguntó Martina preocupada.
- Bien, solo algo cansada… -dijo Sebastian tranquilamente. – ¡Anda, mujer! Sabíamos que esto sería un proceso largo, así que, vamos poco a poco, un día a la vez.
- Me preocupa Eva, ya ha pasado un mes desde que regresaron y ella pareciera no acostumbrarse.
- Nadie se ha acostumbrado aún, si ella no se acostumbra, imagínate cuánto y más todos los niños. Nosotros debemos hacer todo lo posible porque esto fluya de un modo normal.
- ¿Has hablado con Alejandro? -preguntó Martina con una voz que trataba de fingir no estar preocupada.
- No, pero hoy voy a ir a la empresa por la tarde, tenemos una reunión y después de ahí, hablaré con él. -dijo Sebastian con seriedad.
- Para nadie es fácil lo que está