Un año después, en el jardín de la casa, los Monroy y los Mendoza estaban de fiesta, pues hoy finalmente Eva y Alejandro unirían sus vidas tal como debía ser. En esta ocasión, sí había ceremonia, aunque era algo íntimo donde solo los más allegados habían sido invitados.
Hoy en aquel jardín, Eva y Alejandro se casaban por la iglesia y por el civil, además de que, oficialmente, hoy Svetlana, Galica e Ivan eran registrados como hijos de ambos, pues, con todo lo ocurrido, los niños solo habían adoptado el apellido Díaz.
No obstante, hoy ya no serían ni Díaz ni Volkov; hoy serían Mendoza Monroy, pues oficialmente, Eva había sido registrada como hija de Martina y Sebastian Monroy.
Eva y Alejandro habían decidido llevar un año de relación antes de casarse, pues no sabían cómo llevarían esa convivencia y no querían llevar a los niños a una situación aún más complicada en caso de no funcionar.
Algo que era cierto y real es que ambos estaban en terapia e incluían poco a poco a los niños, pues la