En un abrir y cerrar de ojos, ya había pasado un mes, sí, un mes desde que Eva y Alejandro unieron sus vidas a la fuerza. El padre de Alejandro solo esperaba la noticia de que un nieto venía en camino para dejar libre al padre de la chica, mientras tanto, ella comenzaba a sentir angustia al ver que nada cambiaba.
No se lo decía a Alejandro, pero ella comenzaba a creer que todo había sido un plan para hacerla que se casara con él y no cumplir su palabra. No podía negar que las cosas entre ellos iban bien, pero la principal razón por la que habían unido sus vidas era para salvar a su padre y eso era algo que no salía de su mente.
- Alejandro… -dijo Eva con un poco de nervios.
- Dime, cielo… ¿Qué sucede?
- ¿Te puedo preguntar algo y me respondes con toda sinceridad?
- Sí, ¿Qué sucede?
- ¿Qué sabes de mi padre? No me has comentado nada… -dijo ella, temiendo la respuesta de su esposo.
Alejandro se quitó los anteojos, recargo su espalda en el descanso de su asiento y masajeó el puente de su