El tiempo avanzaba y Eva poco a poco iba notando algo raro en ella, no solo físicamente, sino en la parte emocional. La mayoría del tiempo se la pasaba bien, pero por alguna razón, al ver a Alejandro algo en ella, se encendía y terminaban discutiendo.
Llevaban 3 meses en Nueva York, había sido un reto, pero ella poco a poco iba descifrando los enredijos de su trabajo.
En todo ese tiempo, afortunadamente, su marido no había tenido que viajar, ya que enviaba a Alana en su lugar o trataba los temas por videoconferencia.
Aunque así sucedía, él ya le concedía algunas cosas con cierto grado de autoridad, lo que en ocasiones los hacía discutir, puesto que ella veía las cosas de una manera y el de otra, al final, solucionaban sus problemas y todo terminaba en una generosa sesión de besos y caricias.
Todo marchaba bien, al menos hasta hoy, que Alejandro salió con la noticia de que tendría que viajar mañana mismo a Moscú, lugar donde tenía que cerrar un trato y conociendo a los rusos, debía