CAPÍTULO 30: DESTINO INCIERTO
Eden
El pánico no me deja pensar con claridad. Mi corazón palpita tan rápido que estoy segura que si pudiera, saldría volando de mi pecho. No puedo ver nada, nos vendaron los ojos en la camioneta y ataron nuestras manos con unas cuerdas Mis muñecas duelen por la presión cada vez que intento moverme.
No sé dónde estamos ni quién nos tiene, pero esto no puede estar pasándome a mí. De todas las formas posibles en las que pensé que moriría, jamás puse un secuestro entre las posibilidades.
Lo único que sé en este momento es que Karina está a mi lado porque puedo escuchar sus sollozos ahogados.
—Por favor… —suplica ella—, por favor déjennos ir, no tenemos nada, de verdad…
—Cállate —gruñe una voz masculina.
No puedo ver a quién pertenece, pero el tono seco y autoritario deja claro que no está jugando. Muerdo mi labio con fuerza para no gritar, no me voy a quebrar.
Escucho pasos, susurros, órdenes en un tono bajo, pero no puedo entender lo que dicen mientras Kari