Lucia
Me ha encerrado.
Como una bestia.
Grité. Golpeé.
Maldecí todo lo que pude.
Lo insulté, como si las palabras pudieran arrancarme de él.
Grité su nombre como se escupe fuego.
Él no dijo nada.
No una palabra.
Conduce. Tranquilo. Como si solo volviéramos de una cena.
Y yo, lo odio.
Hasta temblar. Hasta morderme los labios.
Sigo golpeando.
El cristal. La puerta.
Mi puño duele. Se me rompió una uña. La sangre perla sobre mi piel.
Me da igual.
Solo quiero salir.
Salir de este coche.
Salir de esta pesadilla.
Salir de él.
Me ha robado.
Otra vez.
Como si fuera un objeto que podía recuperar. Un error que podía corregir.
Pero no soy suya.
No esta noche.
No ahora.
Nunca más.
Veo su reflejo en el retrovisor.
Su perfil cerrado.
Sus mandíbulas apretadas como una puerta blindada.
Sus ojos rectos, duros, inhumanos.
Pero lo conozco.
Está al borde del abismo.
Como siempre.
Y esta vez, me arrastra con él.
Debería gritar más fuerte