68.

Bastian levantó la mirada, interesado, hacia el muchacho que había entrado repentinamente a mi habitación.

— ¿Qué pregunta? — dijo el hombre.

Cuando volteé a mirar hacia la ventana, la noche ya había caído. ¿Hacía cuántas horas nos habíamos separado? Era extraño. Según lo que me había contado Valentín, él se había marchado rápido en cuanto yo lo hice, porque tenía que regresar a Luna Azul.

Pero entonces me invadió una extraña emoción. Sabía que no podía hacerme falsas ilusiones y tampoco emocionarme como una tonta, pero saber que Ismael estaba ahí hizo que mi corazón latiera con fuerza.

En cambio, para mi padre no parecía tan contento con aquella declaración; todo lo contrario, parecía más bien asustado.

— ¿Quiénes son los visitantes?

— Solamente él y otro lobo de su manada — dudó antes de decirlo, luego volteó a mirarme — . Un señor muy raro con unas alas muy grandes...

— ¿El Rey Cuervo? — pregunté, asustada.

— Alicia, tenemos que atender a estos invitados. Presiento que esto
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