216.
Me puse de pie, aún con mi extremidad faltante. Mi loba reaccionó prácticamente por mí, saltando hacia atrás antes de que el impacto de Mordor golpeara con fuerza el suelo con sus pies. La tierra tembló. Pude verte de reojo mientras el ejército comenzaba a avanzar nuevamente. No caminaban, corrían. Estaban seguros de que tenían que llegar lo más pronto posible a las ruinas de la Cofradía para atacar al resto de la manada, que estaba sin poderes. Solamente tenían a Valentín, Axel, a Ismael y a Salomón para defender al ejército de la horda de vampiros que pretendían atacarlos. Detrás de los vampiros venían las criaturas, los zombis, corriendo. Los títeres sin cuerdas. Pero yo no tuve tiempo para pensar en eso.
Mordor me atacó nuevamente, y esta vez escapé por los pelos, literalmente. Su ala de murciélago rozó mi costado, y en el aire quedó flotando mi blanco pelaje, que fue arrancado de cuajo de mi piel. Un solo segundo más y me habría abierto todo el vientre.
—Esta vez no será como ant