67.
El hombre entró en la habitación, se sentó en el borde de la cama y observó la ventana, la perfecta blancura que había del otro lado.
— Valentín me lo contó todo. Bueno, me hizo un resumen rápido de lo que había pasado. ¿Cómo te sientes?
Yo aparté la mirada. ¿Cómo me sentía? Ni siquiera yo lo sabía. Lo único que sabía era que bien no estaba. Me senté y recosté la espalda en las almohadas, observando también la ventana. Quise decir algo, pero no tenía fuerzas. Así que el hombre se aclaró la garganta.
— Me eligieron para ser el Alfa cuando tenía cinco años — comenzó a contarme — . Fui muy precoz. A esa edad ocurrió mi primera transformación. Supieron que tenía el talento y la voluntad para convertirme en el Alfa que necesitaba la manada. En ese entonces, la tormenta eterna no existía y el norte, aunque era frío, era habitable. Era un hogar cálido.
Pero, verás, mucha gente no estuvo contenta con la decisión que tomaron los ancianos del Consejo y el Alfa de ese entonces. Había una fami