126.
Volar fue más difícil de lo que esperaba, al menos más difícil que la primera vez. Utilicé casi todo el resto de mi energía para ahuyentar la tormenta y la ventisca que intentaban derribar con fuerza a Salomón mientras avanzábamos por el aire. Había tanta niebla, el Cuervo casi no lograba ver desde la altura el lugar donde habíamos dejado a Sirius, y le tomó al menos media hora dar un par de vueltas en el aire para lograr encontrarlo.
Cuando llegamos, estaba recostado en una pequeña montañita de hielo que había hecho. Estaba en su forma humana, cubierto únicamente por una de las mantas que había sacado del equipaje que teníamos. Cuando descendimos hacia el suelo, Salomón cayó con más fuerza de la necesaria y rodamos unos cuantos metros más allá.
El ser estaba agotado. También los tres estábamos tremendamente agotados, y yo sentí nuevamente esa sensación punzante en mi pecho, esa que había dejado ahí Johanna cuando rompió algo en mi interior. Tuve que respirar un par de veces calmadame