125.

—Solo la vida puede sustentar algo eterno. Es quisquillosa y delicada.

Estas son las palabras que me había dicho Yohana en la visión que tuve después de casi haber muerto ahogada bajo el río. ¿Acaso se refería a la pequeña cabrita?

Tenerla recostada en mi regazo era una sensación extraña, porque claro que era simplemente una cabra, pero podía sentirse que no era una cabra normal. Podía sentir cómo desprendía su magia, cómo desprendía mi propia magia. Tal vez era algo que podía sentir solamente yo, por ser la portadora. Pero cualquiera que la viera podría reconocer de inmediato que no era una simple cabrita normal. Tenía algo diferente, algo especial.

Con sus ojos claros puestos en los míos, podía identificarse completamente que parecía tener algún tipo de conciencia. La acaricié debajo del cuello, como si fuese un pequeño gatito buscando una caricia, y ella recostó su cabecita en mi pecho. Ajusté el abrigo para que la pequeña cabrita estuviera cómoda y entonces caminé de regreso hacia
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