capitulo 32

La mansión Mendoza estaba en calma. Roque caminaba por el jardín interno, una copa de whisky en la mano y un cigarro entre los labios. El cielo de Danma City era gris como siempre, pero la brisa traía un silencio que a él le sabía a victoria. Los operativos continuaban. La mayoría de los rebeldes estaban escondidos o muertos. Para Roque, era solo cuestión de tiempo.

—Esta ciudad ya no muerde —dijo para sí mismo.

No sabía que, a varios kilómetros de allí, el rugido había vuelto a despertar.

En el centro de comando, Gerardo revisaba informes rutinarios cuando su radio crujió con interferencia. Una voz nerviosa se filtró entre el ruido.

—Aquí base periférica... tenemos un problema. Repito: tenemos un... gran problema.

Gerardo frunció el ceño, se acercó al dispositivo.

—¿Qué clase de problema?

—El puesto de Villa Carranza... está... está arrasado.

Silencio. Luego, la voz bajó como si temiera que las palabras pudieran golpearlo.

—Están todos muertos.

Media hora después, Roque estaba de p
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