Gabriela tiene la vida perfecta: una familia amorosa, estabilidad económica y un futuro prometedor. Pero todo cambia de un día para otro cuando pierde a sus padres en un trágico accidente. Sumida en las deudas y acosada por los acreedores, su mundo se desmorona. Cuando ya no encuentra salida y la desesperación la consume, un misterioso mensaje llega a su vida: una oferta de matrimonio de un completo desconocido. Atrapada entre la necesidad y el misterio de esta propuesta, Gabriela se verá obligada a tomar una decisión que podría cambiar su destino para siempre. ¿Aceptará el pacto que podría devolverle la esperanza o lo arruinará todo aún más?
Leer másCapitulo 1.
Cuando crees que todo ha acabado, a veces todavía hay un hilo de esperanza. "Orden de desahucio de la propiedad con el número 15...." Dejo el papel sobre la mesa y me despido de toda mi vida, tengo una maleta preparada con la poca ropa de la que dispongo y algunas fotos. Hasta hace unas horas pensaba en empezar de cero en otro lugar, pero a dónde voy a ir, si ni quiera tengo para pagar una comida. Me siento en el viejo sofá con la cuchilla en la mano, la pongo sobre mi muñeca izquierda y la presionó... El dolor no es tan grande como pensaba, mi líquido vital comienza a abandonar mi cuerpo... Cierro mis ojos y recuerdo cómo era todo hace un año... Flashback —Gabriela solo estaremos fuera un par de días, recuerda no debes hacer ninguna fiesta...— —Sabes que ella es un chica muy responsable —responde mi padre guiñándome un ojo. —Me portare bien, ahora espero que vosotros también lo hagáis — respondo sonriendo me acerco a mamá y dejo un beso sobre su mejilla. .... —Señorita Gabriela Santos el vuelo de sus padres sufrió un accidente, lo sentimos mucho... — En ese momento caigo al suelo abatida, sin comprender a lo que me enfrentó realmente. .... Cartas y más cartas de impagos. La empresa de papá dió a quiebra sus socios antes sus mejores amigos desapareción dejándome a mi un sin fin de deudas. Todos los que un día fueron mis amigos poco a poco se fueron alejando de mí. Nadie quería tener que hacerse cargo de una chica de dieciocho años. Deje la universidad y busque trabajo pero apenas si esos trabajos me daban para comer. Primero cortaron la luz, después el gas y por último el agua. Los proveedores me asediaban y lo único que me quedaba también me lo quitaron, mi casa. Fin del flashback Escucho un pitido, abro los ojos y veo una notificación en mi móvil. Intento cogerlo pero mi mano izquierda está inmóvil. Me levanto mareada y cojo un trapo de la cocina, lo envuelvo con dificultad y lo presionó con fuerza. Parece que deja de brotar sangre. Ni si quiera soy capaz de hacer algo tan simple, bien. Soy una incompetente total. Supongo que debería ir al consultorio médico pero si fuera me ingresarían en la planta de psiquiatría y aunque por una parte estaría bien ya que tendría un techo sobre mi cabeza y un plato de comida por otra solo sería temporal. Sin contar que estaría encerrada y obligada a tomar medicamentos. Miro mi móvil y abro el correo, el remitente es desconocido para mí pero en el asunto dice "su vida cambiará". —¡Qué tonta soy! —sonrió con sarcasmo y me regaño a mi misma, si no hubiera mirado el móvil ya estaría en paz. Abro el correo y comienzo a leer: "Señorita Gabriela Santos hemos sabido de su delicada situación y por eso le proponemos algo que creemos pueda ser de su interés. Mi representado le ofrece una propuesta de matrimonio, si acepta le serán subsanadas todas sus deudas. Cualquier duda le será resuelta mañana en la dirección abajo indicada." Salgo del correo y suspiro. ¿Casarme? Si solo tengo diecinueve años, nunca he tenido novio y menos he recibido un beso. Se que suena patético pero quería que pasara con alguien que de verdad quisiera. Quería tener un amor como el de mis padres, por eso nunca acepte las propuestas de ningún chico, quería que mi primer beso fuera con alguien especial con alguien al que amase de verdad. Es patético ahora me doy cuenta de ello. No sé en qué pensaba, ¿qué mi vida era un cuento de hadas? Si lo pienso bien ¿qué tengo que perder? Si ya lo he perdido todo, seguro que se trata de un hombre mayor y solo me quiere para que lo cuide y no pase solo sus últimos días, y si no es tan mayor pues... Igual es bueno conmigo y podemos llegar a ser amigos. Pero por otra parte, ¿Y si quiere consumar el matrimonio? eso de compartir mi intimidad con un desconocido no es que me apetezca demasiado.Capítulo 62. Pov Jorge: Cada día que pasa siento que se me escapa de las manos algo que creí seguro. No me refiero solo a la empresa, sino a Gabriela. La veo moverse con una seguridad que antes no tenía, ganando apoyos en lugares donde yo pensé que nunca la iban a aceptar. Y lo peor de todo es que empieza a sonar con fuerza la idea de que ella podría convertirse en la nueva directora. Lo escuché primero como un simple rumor, en una comida con dos consejeros. Pero luego empecé a notar que la mención se repetía. Gabriela, la que todos miraban por encima del hombro, ahora era una candidata real para ocupar el lugar que por derecho debía ser mío. Al principio me reí. Pensé que era imposible. Gabriela nunca había tenido la experiencia necesaria, no había estado en las negociaciones pesadas, no conocía los movimientos internos como yo. Pero pronto entendí que la percepción lo es todo, y que ella había sabido usar el papel de víctima a su favor. La gente la veía como alguien fuerte, que
Capítulo 61. Narrador omnisciente: La noticia le llegó a Jorge una mañana cualquiera, cuando ya casi había perdido la esperanza de que algo cambiara en la investigación. Durante meses había sentido que el caso de la muerte de su abuela estaba completamente estancado. La policía insistía en que había sido un accidente de tráfico y, pese a los papeles que Gabriela le había entregado tiempo atrás, parecía que nada avanzaba. Sin embargo, esa mañana recibió la llamada de un inspector con el que mantenía contacto desde hacía meses. Le informó de que había aparecido un testigo, alguien que hasta ahora había callado por miedo a las consecuencias. Jorge escuchó en silencio, apretando el teléfono con fuerza, como si temiera que la noticia se desvaneciera si no lo sujetaba bien. El inspector no quiso dar demasiados detalles por teléfono, solo le pidió que se reunieran en la comisaría esa misma tarde. Jorge pasó el resto del día con una mezcla de nerviosismo y desconfianza. Había aprendid
Capítulo 60. Pov Fernando: Nunca me había detenido a pensarlo en serio, pero las últimas semanas me hicieron ver las cosas de otra manera. Siempre creí que lo mío estaba claro: Gabriela era la persona que me importaba, la que había marcado mi vida desde que éramos adolescentes. Ella había sido mi punto débil y mi motivación en muchos sentidos, incluso cuando estuvimos años sin vernos. Al reencontrarnos, todo volvió de golpe. Lo entendí como una especie de señal, como si al fin se me diera la oportunidad de estar cerca de ella, aunque no en la forma en la que hubiera querido. Yo decidí conformarme con ser su amigo, su abogado, su apoyo incondicional. Nunca me atreví a decirle lo que sentía porque entendí rápido que ella no me miraba de esa manera. Y aunque eso me doliera, acepté el papel que me había tocado. Pensé que con eso era suficiente. Pero últimamente, no estoy tan seguro. Todo empezó con algo aparentemente insignificante: un problema con un proveedor. La empresa atravesaba
Capítulo 59. Narrador omnisciente: Gabriela no quería ir. Después de lo ocurrido en el local de Arturo, con la humillación todavía fresca y la imagen de Jorge grabada en la memoria, lo último que deseaba era exponerse a otro mal rato. No le quedaban ánimos para soportar miradas inquisitivas, cuchicheos a media voz ni comentarios disfrazados de cortesía. —No pienso hacerlo, Fernando —dijo mientras se quitaba los zapatos apenas entro en el casa—. Ya tuve suficiente con la función del otro día. No voy a prestarme otra vez para que me usen de tema de conversación. Fernando la siguió con calma, dejando su saco sobre el respaldo del sofá. —No es lo mismo, Gabi. Aquello fue un despropósito improvisado, un espectáculo barato de Arturo y su gente. Esto es diferente. Es un evento formal, organizado por los principales empresarios. Estar ahí no es un capricho, es una necesidad. Ella bufó, incrédula. —¿Necesidad? Lo único que necesito es un poco de paz. No quiero cruzarme con Jorge, no qu
Capítulo 58. Narrador omnisciente: La invitación había llegado tres días antes. Un sobre elegante, con letras doradas y el logo del Media Noche, el club de Arturo. El mensaje era claro: “Cóctel de empresarios. Oportunidad de networking. Se ruega puntualidad”. Gabriela no había querido aceptarlo en un principio. Volver a ese lugar le revolvía el estómago, pero Fernando insistió. Le recordó que en la junta más de un socio todavía dudaba de su capacidad y que necesitaba mostrar presencia en los mismos círculos donde se movían los demás. Así que, con una mezcla de resignación y estrategia, Gabriela decidió asistir. No iba a ir a divertirse. Iba a dejarse ver, a dar la imagen de alguien que no se escondía. La noche del evento, María se quedó en casa con Adrián. Gabriela se vistió con un conjunto negro discreto pero elegante, sin extravagancias. Sabía que habría mujeres con vestidos llamativos y hombres con relojes que costaban lo que ella no había ganado en años, pero su objetivo no er
Capítulo 57. Narrador omnisciente: Gabriela llevaba varios días con la cabeza cargada. Entre la empresa, las amenazas anónimas y la última aparición de Jorge en la puerta de su casa, apenas lograba tener un respiro. Intentaba mantener la rutina con Adrián, organizar los documentos de la junta y coordinar con Fernando, pero había momentos en los que todo se le venía encima. Una tarde salió de la empresa de recoger unos documentos con la intención de volver a casa lo más rápido posible. No esperaba encontrarse a nadie, pero Arturo estaba apoyado en su coche, esperándola como si supiera exactamente a qué hora saldría. Ella lo vio de lejos y su primera reacción fue de molestia. No tenía ganas de cruzarse con él, y mucho menos de escucharlo. Aceleró el paso, decidida a dejarlo atrás, pero Arturo se adelantó y le cortó el camino. —Cinco minutos, Gabriela —dijo en tono serio—. Solo necesito cinco minutos. Gabriela lo miró con frialdad. —No tengo nada que hablar contigo. —Sí lo tienes
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