Capítulo 103.
Capítulo 103.
Narrador omnisciente:
El silencio que reinaba en la capilla se había vuelto insoportable. El eco de los pasos de Arturo aún resonaba en los muros de piedra, y el brillo metálico de la pistola mantenía a todos inmóviles. Gabriela sentía el corazón martillando en su pecho, mientras Jorge se mantenía frente a ella, erguido, como un escudo humano.
—No te acerques más, Arturo —advirtió Jorge, con la voz firme, aunque los músculos tensos lo traicionaban.
Arturo sonrió de medio lado, con esa expresión socarrona que tantas veces había mostrado cuando disfrutaba de tener el control.
—¿Y por qué no? —replicó con ironía—. Al fin y al cabo, ella era mía mucho antes que tuya.
Un murmullo de indignación recorrió el lugar. María abrazaba con fuerza a Adrián, que lloraba sin consuelo, y Fernando, con la mente clara a pesar del miedo, aprovechó el movimiento para sacar el teléfono móvil de su bolsillo. Se inclinó hacia un lado, como si buscara calmar al niño, y discretamente marcó