Capitulo 3.

Capitulo 3.

Termino de tragar y trago con dificultad, asiento con la cabeza indicando que yo soy la señorita Santos.

Dejo de comer y espero a que él tome asiento.

—No deje de comer señorita, seré rápido y conciso—

Saca unos papeles de su maletín y me los entrega. Los miro con curiosidad y los leo por encima.

—¿Esto es?—

—Es un contrato, si está de acuerdo lo puede firmar. Le entregaré una copia e iremos al juzgado— .

—Pero ya debe de estar cerrado, —respondo mirando el reloj.

—No se preocupe nos esperarán —responde muy seguro de si mismo.

Asiento con la cabeza y termino de comer, cojo el bolígrafo y sin leerlo lo firmo todo.

Se que debí haberlo leído pero a estás alturas de mi vida no puedo estar pensando en eso.

Minutos después entramos en el juzgado. No sé porque esperaba una ceremonia, el si quiero, los anillos...

Nada de eso ha pasado solo hemos firmado y ya está.

Salimos del juzgado y subimos a un coche de alta gama negro, estamos en el coche unos quince minutos. Ahora mismo no sé dónde estoy pero creo que nos encontramos a las afueras de la ciudad.

Bajo del coche, me cuelgo la mochila y arrastró la maleta, pensaba que él me ayudaría pero se ve que estaba equivocada.

Camino tras de él y paso al interior de una casa antigua pero bonita. A fuera hemos dejado un bonito jardín en la parte delantera de la casa.

Dentro nos recibe una chica no mucho más mayor que yo, ella coge mis cosas y las lleva arriba.

—Bueno yo ya me voy, todo lo que debe saber está en el contrato—.

—¿Perdón, no es usted mi esposo?—

El se echa a reír en ese justo momento, dejándome a mi incrédula y confundida a partes iguales.

—No, señorita yo soy el abogado del señor Sandoval, usted se ha casado por poderes—.

Asiento con la cabeza, como si supiera realmente de lo que está hablando cuando no tengo ni idea.

Me siento en un sillón y espero a que la chica de antes bajé.

—Señora, su dormitorio está arriba pero apenas si queda combustible para encender la calefacción por lo que yo le sugiero que duerma en el cuarto de abajo—.

Asiento con la cabeza, está bien me da igual dormir arriba que abajo.

Cojo el contrato y comienzo a leerlo.

"Bajo ningún concepto podrá solicitar el divorcio, el matrimonio estará en vigencia por tres años, pasados esos tres años se podrá disolver. si usted solicita el divorcio antes de la fecha perderá todos sus derechos y el dinero que se invirtió en pagar sus deudas se le pedirá como compensación."

Claro como si tuviese ese dinero, continuó leyendo y otra vez me detengo.

"Se le darán doscientos dólares al mes para sus gastos y su manutención. Si causa algún desperfecto este le será descontado."

No sé le podrá ver en actitud cariñosa junto a ningún hombre, deberá limitar el contacto o la cercanía con personas del sexo masculino. Siendo considera está falta muy grave.

Podrá salir y entrar de la propiedad con total libertad siempre y cuando cumpla las normas sociales que van unidas a su nueva situación."

Dejo de leer porque cuanto más leo más me deprimo, creía que aquí estaría mejor pero como se supone que lo voy a hacer con solo doscientos dolares. ¿Y por qué el no paga la calefacción? al menos la luz y el móvil si me lo va a pagar o eso creo.

Cuando llega la hora de cenar voy hasta la cocina, en la mesa tengo una ensalada y una patata asada.

—Señora lo siento pero no hay nada en la despensa, ni en el frigorífico. Esto lo he cogido de mi casa—

—No te preocupes mañana iré a comprar, muchas gracias por tu atención... Una pregunta ¿el señor sobre qué hora viene?—

Ella se queda sería y blanca de golpe.

—Lo siento señora pero yo llevo aquí trabando un año y no lo he visto aún...—

Bueno quizás venga después, termino de cenar y encima de la mesa veo un sobre, lo abro y veo como tengo el dinero para este mes.

La casa es fría, pero si enciendo la calefacción de la parte de arriba no tendré para pagarla. Igual cuando venga mi esposo puedo hablar con el sobre ese punto del contrato.

La habitación de abajo es pequeña pero perfecta para mí, tiene un pequeño televisor, un armario, una mesa con su silla y una cama.

Me asomo por la ventana y no veo nada, es una noche cerrada y esta debe de dar a la parte de atrás de la casa.

Espero sentada en la cama varias horas hasta que el sueño no me deja esperar más.

Me despierto temprano y veo que aquí no ha pasado la noche nadie más que yo. Bueno quizás es un hombre ocupado, "ya vendrá hoy" pienso en voz alta.

Voy a la cocina y recuerdo que no hay nada para desayunar. María no vendrá hasta el medio día por lo que debo ir a comprar.

Escribo una lista con las cosas que necesito, si compro bien tendré para todo el mes y podré guardar un poco para poder ir al dentista.

Por la mala nutrición de este último año la mayoría de mis dientes están dañados y me duelen un poquito.

Estoy agotada, estoy demasiado lejos del supermercado. He descubierto que estoy a las fueras como sospechaba y todo está muy lejos. Tengo permiso de conducir pero aquí no he visto ningún coche por lo que he tenido que ir y venir andando con toda la compra.

Aún así estoy feliz he ahorrado cincuenta dólares, el mes que viene espero ahorrar un poco más.

El día lo paso conociendo la propiedad, y la verdad es que es muy grande. Según me ha dicho María aquí están las plantaciones más grandes de tabaco de todo el país.

Eso me da que pensar me he casado con un viejo rico

¿qué solo me da doscientos dólares para comer y gastos? Y si rompo algo lo tengo que pagar. Cuando se ve que el dinero no es el problema aquí.

No es que sea egoísta pero lo de la calefacción me ha matado, al menos en la casa solo vivo yo por lo que el gasto ahí será mínimo. Solo espero que me aguante hasta el verano.

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