Capitulo 4.

Capitulo 4.

Han pasado quince días y mi esposo no ha venido ni a la casa ni a la propiedad, y sinceramente creo que no lo va a hacer. Lo único que no entiendo es porqué se ha casado conmigo, pero bueno gracias a él tengo una nueva oportunidad.

Hoy vuelvo a trabajar y se que no es el mejor de los trabajos pero es el único que he logrado conseguir. Solo trabajo tres horas y me pagan lo mismo que me da mi esposo al mes.

Son las cinco de la mañana y debo estar en la puerta del almacén a las seis, a ese hora llega el camión del pescado, tengo que descargarlo y colocarlo todo para que a las nueve cuando abran la pescadería este todo en su sitio.

Mañana tendré mi coche, se lo he comprado al dueño de la pescadería por seiscientos dólares, lo iba a llevar al desguace pero funciona bien, tiene mil abolladuras y muchos kilómetros pero no me puedo permitir algo mejor.

Además estaré sin cobrar tres meses así que tendré que apañarme con lo que percibo mensualmente de mi querido esposo.

Ayer encontré una vieja bicicleta, debe de tener más años que yo si cabe. Las ruedas no están pasadas y al menos me hará su servicio.

...

Estoy agotada parece que trabajar solo tres horas no es cansado pero cuando tengo que descargar yo sola un camión entero y colocarlo termina doliendome todo el cuerpo.

Dejo la bicicleta en el cobertizo, paso hasta la cocina y me preparo un vaso de leche. Miro el cartón y apenas queda para otro vaso.

Miro en la despensa y me quedan dos cartones, supongo que solo me puedo tomar un vaso al día sino no podré terminar el mes.

Que triste es mi vida y que poco ha cambiado, sigo sola pero al menos ahora tengo un techo y un dinero fijo al mes aunque no me de para casi nada.

Me tumbo un rato en el sofá y me quedo dormida, no me despierto hasta que María tiene la comida hecha, y más bien es ella la que me despierta.

Ella es mi única amiga si se puede llamar así, porque es una empleada y quizás solo me soporta porque este es su trabajo.

...

Los días pasan y poco a poco me voy acostumbrado a mi nueva vida. Hoy he echado horas extras en la pescadería la chica se iba de boda y me ha tocado a mi ir a recogerlo todo. Vuelvo a casa super contenta y con veinte dólares en el bolsillo.

He pensado en salir a tomar un refresco, mañana no trabajo y hoy me puedo permitir tomar una hamburguesa y un refresco fuera de casa.

Pero aquí viene el problema, no tengo trato con ninguna de a las que un día llamé amigas.

Llegó a casa y María está recogiendo para irse, los sábados tiene la tarde libre y el domingo el día entero.

—¿Buenas... María me preguntaba si esta noche ibas a salir? —

—Si, hoy cobre el mes y me toca salir a cenar y a tomar algo con mis amigas...—

—¿Crees que podría salir con vosotras? —pregunto con timidez.

Ella se queda callada un momento y eso hace que yo me entristezca.

—No importa, no he dicho nada... Divertiros—.

—No, no es eso Gabriela, solo que creí que no te gustaba salir, me pillaste de sorpresa—.

—Claro que me gusta salir pero no suelo tener dinero para hacerlo y tampoco tengo amigas—.

—Eso está arreglado, les vas a encantar a mis amigas y se van a reír cuando les contemos que la señora de la casa sale de fiesta con la criada—.

—No, María no les digas eso, por favor—.

—Lo pasaremos bien, estate preparada a las ocho— dice y comienza a reír.

Sonrió y voy a la cocina a comer. Paso toda la tarde buscando algo que ponerme.

A las siete y media me doy por vencida no tengo nada apropiado, lo único que he encontrado que no está muy viejo y pasado de moda son unos vaqueros desgastados. No tengo zapatos de tacón para ponerme. Tan solo mis bambas blancas y un suéter de hace varias temporadas.

María llega a casa y me encuentra sentada en la cama.

—¿Qué haces aún no estás lista?—

Levantó la cabeza y puedo ver cómo va preciosa con un vestido negro entallado. Va maquillada y se ve preciosa.

—Perdoname no me encuentro bien, debí haberte avisado—.

Ella mira el estropicio que hay sobre mi cama. Se acerca hasta mi, se sienta a mi lado y coge mi mano.

—Para que yo esté bonita necesito vestido, maquillaje y peinado. Tú en cambio con cualquier cosa te ves estupenda. Así que vístete ahora mismo que nos vamos ya—.

Voy a replicar pero hace tanto tiempo que no salgo que me voy a volver vieja de estar aquí metida.

Dejo mi pelo suelto, María me pone un poco de rímel y me pinta los labios. Me acerca hasta el espejo y se sitúa a mi espalda.

—¿Recuerda quien eres? Ahora eres Gabriela Sandoval—.

—Solo de apellido porque de fortuna poco —respondo y comienzo a reír.

Salimos de la casa y voy a por el coche, pero María me detiene me dice que nos lleva su hermano y aqui llega mi primer problema.

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