Magia Ancestral
Elías era una tempestad. Su piel tensa, sus músculos rígidos, el olor a adrenalina y furia pura llenaba el pequeño habitáculo de seguridad. Las noticias de la traición, el asalto a Luna Sombría y la confirmación de Víctor como el depredador detrás de todo, habían desatado al Alfa.
—¡Tengo que irme, Ariadna! ¡Ahora!— rugió Elías, golpeando la mesa con el puño. Sus ojos dorados no veían el presente, solo el futuro manchado de sangre de sus enemigos. —Cada segundo que pasa, Víctor afianza su control. ¡Voy a recuperarlo todo y a hundirle la garganta a esos traidores!
Ariadna se interpuso en su camino, con las manos temblando mientras agarraba el cuero de su chaqueta. —¡No! ¡Es una trampa! Si te vas furioso y solo, es exactamente lo que quieren. Te están esperando. Necesitas un plan, no una venganza ciega.— Sus ojos verdes suplicaban, reflejando el dolor de la traición y el miedo visceral a perderlo.
—¿Ciega?— Elías la apartó con una suavidad que contrastaba con su rabia. —