Mundo ficciónIniciar sesiónCuando al patriarca de la familia Falcó le diagnostican una enfermedad terminal y le informan que solo le queda un año de vida, este decide obligar a su nieto a sentar cabeza y le exige cumplir con el compromiso que establecieron sus padres antes de morir con una de las familias más influyentes de toda Europa, los Van Der Beek. Sebastián Falcó, el imponente CEO de Falco Solutions será obligado a contraer matrimonio y a formar una familia para poder conservar su posición como jefe y heredero universal de la fortuna Falcó. Amelia Van Der Beek es la elegida para convertirse en la esposa del CEO. Hija única, criada como una princesa y comprometida con Sebastián desde su nacimiento, le demostrara que ella no es tan princesa ni tan dócil como la pintan. Ella no será la Caperucita del cuento, ni él se convertirá en la Bestia domada por sus manos. Tal vez, la Bestia someta a la dulce Caperucita y la obligue a probar las delicias de lo prohibido. Prohibida su reproducción. Registro 2507082434702
Leer másSolo soy un hombre que desea tener el mundo en sus manos.
Sebastián
Respiro hondo. Siento el aire atascado en mis pulmones. Intento calmar los demonios que se agitan en mi interior. Debo casarme, tengo que cumplir el capricho de un anciano al que le debo todo. Si no fuese por mi abuelo, yo no estaría donde estoy ahora. Que deba casarme no significa que deba domesticarme. No tengo el más mínimo interés en jugar a la casita ni a los cuentos de hadas. Y quizás deba dejárselo claro a mi prometida antes de la boda. Antes de que ese maldito anillo aprisiones más que solo su dedo. Necesito establecer las reglas del juego, marcar los límites que tiene permitido y hacer que se los grabe muy bien en la memoria, para que no los cruce ni con el pensamiento.
—Has estado muy callado desde la cena, Sebastián. —La voz de mi abuelo me saca de mis pensamientos, obligándome a levantar la vista del libro que fingía leer para fijarlos en él con total atención.
Las marcas de la vejez surcan su rostro, sus ojos lucen cansados. Resignados. Tras la muerte de su esposa, mi abuela, hace años, y la posterior tragedia que se llevó a mis padres, dejándome a mí como único superviviente del accidente en el que mi madre me protegió con su cuerpo, su vitalidad se desvarió.
—Estoy leyendo —respondo escueto.
Mi tono, tan gélido como mis intenciones, provoca que él alce ambas cejas, al tiempo que una sonrisa traviesa se forma en sus finos labios. Se pone de pie, endereza la postura y se estira con un gemido de fatiga en señal de cansancio. Pero ambos sabemos que eso es algo que hace cuando ha hecho algo y no sabe cómo decírmelo. Es su preludio teatral. En nuestra pequeña familia, yo soy el anciano y él, es el chiquillo travieso.
—Me iré a la cama —anuncia y camina hacia la puerta.
Contengo la respiración en espera. Justo en el umbral de la puerta se detiene y se gira. Lo sabía.
—Por cierto, mañana a las ocho de la noche tienes que pasar por la hija de los Van Der Beek, te organicé una cena con la joven para que se conozcan antes de ir a la iglesia. —¿Iglesia? ¿Pero qué m****a? La palabra resuena en mi mente como una blasfemia.
Me guardo mis preguntas y suspiro rendido en respuesta. Ahora sí se marcha. Lo escucho tararear a medida que se aleja. Aunque la idea de tener que verme con esa mocosa me repugna, admito que me facilita las cosas. Puedo dejarle claro de una vez por todas que solo seremos esposos en el papel, porque en la práctica, no pienso ni siquiera perder mi tiempo respirando cerca de ella.
Retomo la lectura, aunque a decir verdad no puedo concentrarme en lo que dice, mis ojos solo se pasean de una línea a la otra sin asimilar nada. La palabra: iglesia, sigue resonando en mi mente. Es como el mal presagio de un futuro incierto, aunque admito que no creo en esas estupideces, la idea de un matrimonio por la iglesia me causa un, sin sabor en el paladar que me roba por completo la concentración.
Dejo el libro sobre la mesa, el título la Ilíada, resalta, a la luz de la lámpara, una especie de reproche silencioso, recordándome que si continuo dejando las páginas a medio leer, jamás voy a terminarlo. Me saco el teléfono del bolsillo y entro al navegador, tecleo el nombre de la mocosa de los Van Der Beek. En cuestión de segundos los resultados me bombardean: verdes, miel, marrones. Quedo sin palabras al abrir la primera imagen en la que aparece de ella. Sus ojos son una mezcla hipnótica de colores, parecen atraparme. Labios gruesos, cabello oscuro y una piel tostada por el sol que acentúa el rojo de sus labios y resalta la miel en su mirada.
Es innegable: es una mujer sumamente atractiva. Pero tiene un defecto, su edad. Es una mocosa de veinte años que aún no se decide entre un arcoíris o un unicornio. Sigo leyendo la información que encuentro de mi prometida y una vez más me sorprendo, la chiquilla no es tan estúpida como imaginaba. Está por graduarse como economista y según la prensa amarillista se hará cargo del patrimonio familiar, una vez reciba su título.
Al parecer la he estado subestimando. Aunque hasta no tenerla frente a mí, para estudiarla no podré tener un juicio propio sobre ella, más que es una mocosa universitaria. ¡Maldición! Me atraganto con mi propia saliva cuando imágenes de ella en traje de baño saltan en la pantalla de mi teléfono.
Unas prendas tan diminutas que apenas alcanzan a cubrirle los pezones y su… la polla se me pone dura de solo pensar en lo que ocultan esas telas.
—¡Maldita sea! —exclamo al encontrar otra en la que está con un grupo de chicas y todas llevan el mismo estilo de traje de baño, pero no es eso lo que hace que me la quiera jalar, sino la pose tan sugerente con la que saludan a la cámara.
Salgo del navegador y apago la pantalla del teléfono de golpe. No soy un maldito quinceañero hormonal. Sin embargo, mi prometida está muy lejos de un ser, un ángel puritano.
—Necesito borrar su imagen de mi mente antes de verla mañana por la noche. —Salgo de la casa y me subo al auto, salgo a toda prisa de la propiedad. Me dirijo al club de un amigo, sé que ahí puedo encontrar buenas candidatas para quitarme esta calentura.
Lo mejor será que, nunca vuelva a buscar información sobre Amelia Van Der Beek. Y de ser posible, durante el tiempo que dure nuestro matrimonio, ser distante es la mejor opción. Después de todo mi abuelo solo necesita verme casado, lo que haga o deje de hacer en la intimidad con mi esposa, ya no es de su incumbencia.
Llego al club en poco tiempo. El ambiente oscuro me recibe, el aroma a cigarrillo y bebidas me golpea el olfato a medida que me escabullo entre los cuerpos danzantes en dirección a la barra. Esta noche no quiero un reservado, solo estoy en busca de una mujer para follar.
De pronto un par de manos se prenden de mi camisa y tiran de mí con fuerza. Un cuerpo femenino y de curvas armoniosas se pega al mío bajo una melodía suave y seductora. Pega su culo a mi pelvis, sintiendo la dureza que en pocos segundos se reactiva. Toma mis manos entre las suyas y las guía a través de su cuerpo, en pocos segundos sus senos encajan debajo de mis palmas, al tiempo que sus movimientos: una mezcla de lujuria seductora hacen que la sangre me hierva en las venas.
Sin pensar, la tomo de la muñeca y la arrastro conmigo a uno de los reservados. A donde no quería ir. Al entrar cierro con seguro. Atrapo su cuerpo entre la puerta y el mío, jadea, pero no se queja, busca mi boca con ansias a la vez que sus brazos se enrollan en mi cuello.
Los días a tu lado no pasan.AmeliaSonrío al sentir la calidez del sol en mi piel, respiro profundo y libero todo el oxígeno de mis pulmones, sintiéndome más fuerte. Mi bebe se mueve inquieto dentro de mí, provocando que mi corazón se enternezca al instante. Ha pasado casi un mes desde que… ha pasado un mes, Sebastián no quiso que volviera al hospital, sin embargo, he continuado con todos mis cuidados, permanecer en casa ha sido la mejor decisión, porque puedo ver a Max y a mi papá todos los días. Aunque ya esta casa empieza a hacerse pequeña con tantas personas. Hemos pensado en mudarnos a la de mi familia, sin duda es mucho más grande y tiene más habitaciones.Pensamos en conservar esta también, puede ser parte de la herencia de Max en el futuro, además los recuerdos de la infancia de mi esposo se encuentran en cada rincón de este hogar. El tiempo pasa tan rápido, los días se desvanecen uno detrás del otro dejando atrás las heridas y la tristeza, cada amanecer trae sonrisas y nuevo
Vuelvo a tus brazos, siempre lo haré. AmeliaSentí tanto miedo, aunque algo dentro me decía que habían ido por mí, temía que las cosas salieran mal y no pudieran sacarme de ese lugar. Lamento que Margaret haya tenido que morir de esa manera, todavía siento su sangre cayendo sobre mí y creo que jamás voy a olvidar su rostro ni su voz. No entiendo como una persona que ha demostrado ser fuerte ante circunstancias difíciles, se pueda perder de esa manera.Entiendo que haya dirigido su dolor en contra de mi esposo, es razonable, de algún modo él la humilló cuando ella le pidió ayuda, pero llegar a ese extremo de locura. Salgo de mis pensamientos cuando los brazos de Ethan me abrazan con más fuerza, como si no quisiera soltarme, pero se prepara para hacerlo.Me siento tan cómoda envuelta en su calo
Tú me salvas.EthanMe debato entre admirar a la mujer frente a mí o sentir lástima de ella. Está bien demostrar fortaleza y determinación, pero ser obstinada y testaruda raya en el límite de la ignorancia y la estupidez. Escupe sangre antes de esbozar una sonrisa que le llega hasta los ojos, se tambalea cuando endereza todo su cuerpo, pero no se cae.—Te felicito, eres la primera persona que consigue hacerme morder el polvo —admite con un matiz de orgullo en su tono de voz.—¿Y eso te causa felicidad? Creo que te di muy duro, tu cerebro no está funcionando como debería. —Ella niega con la cabeza y da un par de pasos.—No entiendes. Eres el primero en ofrecerme una verdadera pelea, aunque admito que justo ahora no estoy en condiciones para continuar. —Se acerca un poco más, llevo mi mano al arma de modo instintivo—. Creía que los médicos militares no sabían pelear, pero veo que me equivoqué, no solo saben curar, sino que también conocen bien los lugares donde golpear. —Coloca una de s
El camino que conduce a tus besos, está sembrado de espinas.EthanGracias al cambio en el sistema de drenaje, no fue necesario sumergirnos en la mierda de otros. Pero ahora algo ha fallado en el fabuloso plan de los hombres de Olivia. Por alguna razón, este edificio tiene el acceso a las alcantarillas justo en el patio, no hay muchos hombres vigilando esta zona, sin embargo, un solo disparo alertaría a todos los que se encuentran adentro y la idea es no llamar la atención.Una granada de humo tampoco es la mejor opción, tardía mucho en disiparse y también activaría un alerta. Solo nos queda la opción del gas, pero a menos que este comprimido y sea de color transparente, supongo que tampoco es una opción muy segura.—Creo que lo mejor es que dos de nosotros regrese, salga a la superficie a unos cincuenta metros de aquí y creen una distracción que nos ayude a los demás a salir de aquí sin ser vistos, una vez dentro el plan seguirá como al principio —propone el teniente coronel.—Es su
Tu compañía es mi infierno.EthanLa coloca en mis manos y la textura es idéntica a la de la piel humana, se siente tan real. Además, es ligera, mucho más que la llevo puesta, pero no puedo poner en riesgo la vida de Amelia, no sin antes haber trabajado con esta prótesis para poder adaptarme a ella. Debo rechazarla por ahora, es lo más razonable en este momento.—No puedo usarla en esta misión. —La acomodo dentro de la caja, pero el hombre me detiene cuando intento cerrarla.—No ha entendido, no necesita terapia para poder usarla —insiste—, los micro robots integrados harán todo el trabajo por usted hasta que su cerebro y su cuerpo se adapten por completo —explica, peo dudo que eso sea posible.—Prefiero no experimentar mientras rescato a esta mujer —anuncio y cierro la caja.—Señor, no he sido claro —precisa—, esta prótesis es como las rueditas para bici, señor, ellas lo apoyan hasta que está listo para no usarlas, lo mismo hacen los micro robots, ellas toman el control y le dicen a
Eres el sueño inalcanzable de esta vida.EthanNo sé qué es lo que busco con rescatar a una mujer que jamás será ser mía. No importa cuánto desee tenerla, es prohibida para mí, pero ¡maldición!, desde que la vi la primera vez no he podido dejar de pensar en ella, de imaginar el sabor de sus labios, ni siquiera he conseguido sacarme de la cabeza ese beso… y ahora solo quiero ponerla a salvo para que sea otro hombre el que disfrute de todo lo que yo anhelo.Pero no lo hago por él, sino por ella y su hijo. No me perdonaría jamás si algo malo le llega a suceder y yo no hice nada para evitarlo. Dejo salir todo el aire contenido en mis pulmones e intento concentrarme de nuevo en las imágenes que tengo delante de mí. Uno de mis contactos de inteligencia me consiguió los videos de seguridad, no solo los que supuestamente se perdieron del hospital, sino de todas las calles aledañas.La mujer que sacó a Amelia del hospital es una mercenaria bastante peligrosa y muy bien pagada, no entiendo cómo
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