La confianza es algo que se gana con el tiempo. El amor puede suscitar luego de esa confianza, pero en ciertas ocasiones, ese ser tan amado puede lastimarte hasta lo más profundo. Alessandro es el líder de la mafia en Bellosguardo, una pequeña ciudad ubicada en Florencia, Italia. Es un hombre joven que nunca deseó tener tanto poder sobre sus hombros, solo soñaba con una vida pacífica en las montañas, lejos de la sociedad y del peligro que se vivía a diario al llevar atado en sus manos la carga de un grupo mafioso. Laura apenas va entrando a los veinte años. Es una chica alegre y divertida, bastante lista y con grandes dotes mentales. Luego de un altercado en la ciudad vecina de Soffiano, Laura tuvo la suerte de ser encontrada y conocer a Alessandro, quien se convierte en su salvador y en alguien importante para ella. Sin siquiera desearlo, el tiempo que Alessandro compartió con Laura fue más que suficiente para enamorarse de ella con increíble anhelo, deseo y fuerza, haciéndole pensar en relegar su liderazgo y fugarse con la chica lejos de los ojos de la sociedad, tener lo que siempre soñó realmente, sin embargo, los problemas sin fin le hacían complicado cumplir aquel sueño.
Leer másNos ubicamos en Florencia, Italia, siglo XX.
La guerra mundial había finalizado recientemente, sin embargo, la sociedad italiana aún vivía con el terror de que los eventos se repitiesen pronto y tener que despedir de nueva cuenta a los hombres pertenecientes a su familia que habían logrado sobrevivir a la guerra, aunque los alemanes indicaron haber aceptado las condiciones de armisticio y que, por ende, Alemania ya no debería suponer un peligro para la sociedad italiana ni para el resto del mundo, solo deseaban la paz, aunque los problemas internos siempre suscitasen en cada estado.
Era el inicio del año 1919, primeros días del mes de enero, apenas había pasado dos meses desde el cese de las batallas, por ello los habitantes aún se sentían emocionalmente afectados por los acontecimientos ocurridos durante esos cuatro años llenos tormentos y calamidades que golpeó a cada familia que había perdido a un ser amado producto de la guerra; el miedo constante a un nuevo ataque les mantenía ocultos en sus hogares, refugiándose bajo sus camas de madera cada que escuchaban ruidos fuertes durante las noches, rogando a Dios que no permitieran que las fuerzas alemanas y aliados ignoraran el armisticio. Sin embargo, muchos sabían perfectamente que ataques por parte de militares enemigos no eran el único problema, pues su misma gente era otro asunto por el cual preocuparse durante y luego de la guerra. La mafia.
Estos hombres de traje elegante con armas bastantes letales se encargaban de dominar el mundo oscuro de las callejuelas de los diversos poblados del país, asesinatos despiadados por peticiones de trabajo o negociaciones que, de terminar en malos términos, salían en la prensa del siguiente día o del posterior con escenas que resultaban desgarradoras para algunos. Resultaba normal ver las distintas batallas entre los miembros de familias enemigas, vidas que culminaban a temprana edad, llevando consigo también a los inocentes que, sin desearlo, habían tenido la mala suerte de caer dentro del fuego de la mafia.
Alessandro Coppola era el líder del grupo mafioso situado en Bellosguardo, la grande famiglia Lombardo, cuyo negocio se centraba en el sicariato simple o en masa y en el tráfico de armas. Un hombre bastante alto de un metro ochenta y cinco, delgado pero fuerte, respetado y calificado como un tipo justo dentro de aquella sociedad, siendo considerado de los más importantes en la región de Florencia y vecinos; alguien bastante poco agradable y de carácter dominante ante sus hombres, uno que le gustaba mantener su cabello azabache bien peinado y oculto bajo un sombrero y un saco sobre sus hombros cuando salía a hacer negocios, el tipo de varón que amaba tomar una taza de té cada mañana al despertar y mientras leía y una de leche antes de dormir, no obstante, tenía un pequeño defecto, y es que su debilidad eran las chicas en apuros, pues de niño, presenció un evento que le marcó de por vida. Era un individuo malvado, claro, así se consideraba a sí mismo y aún más ante sus enemigos, pero en realidad era un ser benevolente con sus allegados, además de que defendía a toda mujer que estuviese dentro de su rango visual, no permitía que ninguna sufriera mientras él pudiera evitarlo. Era algo así como su marca personal, su marca distintiva dentro del mundo de la mafia, y era bastante reconocido por el título de caballero.
Laura era una joven que apenas entraba en la etapa adulta, hija menor de una familia que solo la conformaba su padre y su hermano mayor, pues su madre había fallecido al momento de darle a luz. Era una chica de baja estatura, un metro cincuenta y cinco para ser exactos, que disfrutaba de diversos viajes con su familia por toda Florencia o al resto de Italia, una chica bastante alegre y lista, amaba la lectura, la música, amaba aprender de todo lo que le llamase su atención, pues su pensar era que el adquirir más conocimientos, le abriría grandes puertas que la ayudarían a ser una gran mujer de la sociedad. Su estatus era bastante pudiente así que no escatimaba en realizar diversas actividades mientras su hermano estuviese a su lado para acompañarla y protegerla como a cualquier señorita de la época, ella sabía que tanto su hermano como su padre no deseaban que esa adorable chica perdiera su sonrisa y sus sueños, ella era su tesoro más sagrado en todo el mundo.
Aunque pudieran existir miles de millones de posibilidades para que ambos se encontraran, fue un evento bastante desagradable lo que une Alessandro a Laura. La chica estaba sola, al borde del colapso, las lágrimas y la muerte; él decide acogerla mientras ella logra recuperar aquello que había perdido, sus recuerdos, estos parecían haber sido atrofiados por tantos eventos fuertes en tan poco tiempo, aquella sonrisa que tanto había sido protegida, fue mermada por el trauma y sufrimiento, y es Alessandro quien, poco a poco, revive el corazón de esa joven chica, logrando que él también tuviese un cambio para bien. La alegría de esa joven cambió mucho su actitud fría y distante, por una más amorosa y humana.
Laura era mucho más de lo que él creía y esperaba, miles de sorpresas escondidas en una mujer que en definitiva era respetable pero osada y muy distinta del resto de damas del entorno. Una mujer que logró enamorarle sin siquiera darse cuenta hasta que ya no había retorno.
Luego de ese terrible día en que ambas familias perdieron a sus líderes, Vittorio llegó prontamente cuando uno de los Napoli, estando desarmado y con brazos en alto para denotar su inocencia, fue a llevar el mensaje que había dejado Alessandro Coppola. No se creía el cuento pues recién estaba llegando de la misión que le había sido encargada, frustrado y enojado, fue al lugar, viendo el cuerpo de su jefe y amigo de infancia descansar junto al de la joven mujer del que se había enamorado. René estaba arrodillado en el suelo tomando la mano de su prima, el gato que Alessandro le había regalado se encontraba a un lado de su antigua dueña, ronroneando y acariciando la cabeza de la fallecida chica. Él terminó de entrar a la oficina, sin saber qué decir. Le había tomado mucho cariño a Laura y le parecía insólito que fuese ella la causante de todo, pero era el modo en que cobraba sentido los hechos que habían ocurrido desde su llegada a la casa Lombardo. Los hombres de René llevaron a Vitto
Así de miserable como me sentía, debía dar por terminado todo con los Lombardo. René escuchó hasta la última de mis palabras para darme su opinión, y claro que no era la misma que la mía, pero que sin embargo, me apoyaría fuera la decisión que tomase. Quería estar con Alessandro, pero eso significaba ganarme el odio de todos los Napoli, entonces ello se resumía en dos opciones, una era acabar con Alessandro, y la otra era ceder mi cargo a René, olvidarme de la fortuna de los Napoli y que en algún momento formé parte de ella. No quería dejar mi casa, mi familia, pero si no mataba a Alessandro, ellos lo harían conmigo tarde o temprano si le otorgaba alguna especie de perdón por el asesinato de mi hermano. Estaba en una encrucijada, pero quizá la respuesta era más sencilla de lo que pensaba, simplemente debía largarme con él y olvidarme de quién fui si él me perdonaba por todo lo que hice fingiendo ser una dulce paloma. El problema era si él no quería alejarse de Florencia, abandonar a s
Me sentía como un cadáver andante luego de perder a mi nonna, aunque ella no era la única que había perdido, también Franco había muerto a manos de Alessandro. Incluso uno de los perros que Alessandro adoptó había muerto.No podía creerme que Franco ya no estaba en mi mundo, que mi primer amor se había ido a quién sabía dónde por manos del que ahora me tenía enamorada. Era una locura, no sabía cómo sentirme, eran tantos sentimientos que no podía lidiar con todos ellos. Solo me encargaba de llorar y sufrir, a veces en silencio, a veces hablando un poco con Alessandro.Quería decirle la verdad cada que charlábamos, pero me quedaba muda o le terminaba diciendo alguna otra cosa.Quizá lo que me brindó un poco de paz fue el gato que me regaló. Era un gato tan precioso que mi corazón se sentía regocijado, parecía que él sabía lo mucho que sufría y mi pequeño Artemis se las había arreglado para hacerme sonreír, rozando su suave pelaje por mi rostro o jugando con sus patitas con mis manos.Te
Apenas al quedarme en la penumbra de la noche, tomé el conjunto de sábanas amarradas en los extremos que me había agarrado de la lavandería para supuestamente arreglar mi cama, salí de la habitación y bajé corriendo, pero con mucho sigilo, las escaleras; fui al patio y me dirigí directo al tragaluz que daba a la habitación donde Franco se encontraba encerrado. Sabía que debía apresurarme antes de que Alessandro acabara con su vida.Tomé una piedra y la cubrí con la sábana, golpeé el vidrio y quité el pestillo para abrir la pequeña ventanilla. Vi a Bruno meterse a la habitación, tiró las llaves de las esposas al suelo y dijo que seguiría afuera vigilando. Me apresuré a entrar luego de amarrar la sábana en la estaca que estaba al lado y bajé. Tomé la llave y lo solté, suprimiendo mi ansiedad y mi pánico al ver sus manos en ese estado.— Vamos, salgamos de aquí. Te llevaré a casa.— No, Franco, no puedo irme, te irás tú solo.— ¿De qué diablos estás hablando, Laura?— Hey, muévanse, los
Puse en marcha mi plan, me infiltré en la habitación de Luz luego de haberlo intentado quizás unas diez veces, pues siempre alguien vigilaba cerca, fue un poco difícil, las había cambiado de lugar así que me demoré un poco más de lo usual, incluso me resultó un poco difícil escapar sin ser descubierta, pero tenía un par de pastillas en mis manos, era solo cuestión de esperar al momento indicado para darle un poco de sueño en pastilla a Vittorio.— Vittorio, Alessandro me dijo que vigiles esta noche, Pacco le dio diarrea, así no puede vigilar —escuché la voz de Bruno resonar en el pasillo, era mi día de suerte.— ¿En serio le dio diarrea?— Ya sabes que ese come como un cerdo, es raro que no le dé tan seguido.— Vale, vale, entonces luego que me pague mi turno.— Eso háblalo con él.Los escuché caminar, ambos se toparon conmigo, casi me caía de rabo al verlos frente a mí, pero Vittorio me tomó de la muñeca evitando mi caída.— Discúlpenos, señorita Laura, ¿está bien?— Sí, sí, gracias
La mañana en que el hombre de los Ricci llegó a la casa Lombardo fue Bruno quién tocó la puerta de la habitación que compartía con Alessandro, él estaba profundamente dormido, pues la noche anterior había dejado en su leche una pastilla diluida para poder visitar a los míos. Me acerqué a la puerta y abrí, Bruno me dio el recado.— El detective de los Ricci está aquí, tu reinado comenzará a acabarse, su majestad —mencionó con una sonrisa sarcástica.— Qué bueno, comienzo a darle la razón a Lilian.Él arqueó una ceja y se dio la vuelta, cerré y volví a la cama. Me sentía enojada pues los Ricci parecían tomarse a la ligera mis amenazas o quizá confiaban más en la fuerza e inteligencia del hombre acostado frente a mí. Podía notarse a leguas que no me conocían, que no sabían de lo que era capaz de hacer.Comencé a acariciar a Alessandro, no se inmutaba siquiera así que tuve que moverlo con más fuerza hasta que abrió los ojos, le di la noticia y supe que debía localizar a Bruno, salí y lo b
Último capítulo