Gabriel Herrera vive atormentado por la fatídica muerte de su esposa, en su profundo dolor se dedica solo a sus negocios y a la crianza de su hija Ximena. Todo cambia cuando decide que su hija necesita una mamá que le brinde la ternura y el amor que su madre no pudo darle. Por una jugada del destino conocerá a Connie, una mujer que se gana la vida en un bar entreteniendo hombres y que es capaz de vender sus caricias al mejor postor. Cuando la niñera de Ximena enferma, una asociación de mujeres en estado vulnerable le manda a su reemplazo. Gabriel no está dispuesto a que una mujer como Connie sea la niñera de su hija, sin embargo, Connie parece ser la mejor opción para tomar el lugar no solo de la niñera, sino de su madre. ¿Podrá Gabriel amar a Connie a pesar de su pasado?
Leer másConnie miró a través de la ventanilla del autobús, sintió una pequeña opresión en el pecho al tener que dejar Acapulco, la ciudad en la que había decidido construir una vida llena de lujos al casarse con un hombre millonario.
La belleza y majestuosidad del océano pacífico que podían maravillar a cualquier turista nacional o extranjero, para ella solo significaban dejar atrás uno de los episodios más bochornosos de su vida.
Tuvo el impulso de cerrar la cortina para evitar que el sol le diera directo en el rostro, pero solo cerró los ojos y dejó que los rayos acariciaran sus mejillas por última vez.
No pudo evitar recordar el día de su boda fallida. Cuando pensó que estaba a punto de cumplir su sueño de convertirse en la esposa de un hotelero millonario. Todo se vino abajo cuando éste descubrió que ella había estado jugando una doble vida y la despreció de la manera más humillante delante de todos los invitados de la boda al negándose a casarse con ella en el último momento.
Eso fue lo que la llevó a tomar la decisión de huir de Acapulco. Muchos de los hombres de negocios que pagaban por sus servicios de Sugar Baby se habían enterado del escándalo que fue su boda, puesto que salió la noticia en todos los diarios y revistas de sociales físicas y electrónicas de la ciudad.
Tenía una cantidad de dinero ahorrada, lo suficiente para instalarse en cualquier ciudad y comenzar de nuevo. Quería iniciar una nueva vida lejos de todo y de todas las personas que la conocían, sobre todo de su madre. Abrió la ventanilla y arrojó el móvil que se hizo añicos al estrellarse contra el pavimento de la carretera. De esa manera su madre no podría volver a contactarla ni a exigirle dinero.
Desde que era muy niña supo que su destino era convertirse en prostituta igual que su madre; sin embargo, en Acapulco gracias a una mujer que la ayudó a salir del bar donde trabajaba, se había convertido en la Sugar Baby más cotizada del puerto. Esa mujer le enseñó modales, a vestirse y comportarse como una mujer refinada y hasta un poco de cultura general para no avergonzar a sus clientes. Al final una Sugar Baby no dejaba de ser una vendedora de compañía a cambio de dinero, por mucho que se intentara disfrazar con palabras elegantes, seguía siendo una variante de la prostitución.
Connie sabía que su juventud y belleza no le iban a durar para siempre, por eso anhelaba convertirse en la esposa de un millonario. No quería terminar como su madre, prostituyéndose con borrachos asquerosos a cambio de unos cuantos pesos.
La mirada insistente de una chica sentada en el asiento al otro extremo del suyo la distrajo de sus pensamientos, era una joven blanca, con el cabello rubio y casi de su edad, pero vestida con ropa demasiado conservadora.
No pudo evitar mirarla porque pensó que se parecía a ella solo que, con una falda larga hasta el tobillo, una blusa de mangas largas y abotonada hasta el cuello y con un cordón negro del que pendía un crucifijo.
“Debe ser monja” pensó y le dirigió una leve sonrisa. Instintivamente acomodó su top que dejaba ver el nacimiento de sus senos y volvió la mirada hacia la ventanilla.
Tras ocho horas de viaje y sintiendo las piernas y el trasero entumecidos, el autobús ingresó a la terminal en Huatulco, Oaxaca. Si había algo a lo que Connie no quería renunciar, era a vivir cerca del mar. Era el único sueño que había tenido de niña, conocer el mar y una vez que lo vio por primera vez, se prometió que siempre haría lo posible por tenerlo cerca.
Estaba esperando que bajaran sus maletas del portaequipaje del autobús cuando la joven religiosa se acercó a ella.
—Si en algún momento necesitas acercarte a Dios, búscalo, nunca es tarde para enderezar el camino — Connie recibió el folleto y se quedó sin palabras, por un momento sintió como si llevara la palabra prostituta grabada en la frente.
Quiso decir que no era necesario, incluso reclamar porque se sintió ofendida con las palabras de la chica, pero por alguna razón solo recibió el folleto y contestó con un —Gracias.
Salió de la terminal de autobuses arrastrando sus dos maletas y no sabía hacia dónde ir, pensó que lo mejor era buscar un hotel modesto o alguna pensión para no malgastar el dinero en lo que se instalaba y encontraba un empleo. Ni siquiera había pensado en lo que quería hacer, si buscaría la manera de seguir haciendo lo único que sabía o buscar trabajo como camarera, puesto que solo había estudiado la escuela secundaria y con eso no conseguiría otro tipo de empleo.
—Necesito el hotel más económico que haya, no soy turista y no puedo pagar mucho —le dijo a un taxista para que no pretendiera cobrarle las tarifas que suelen aplicar al turismo y que los nacionales no se pueden dar el lujo de pagar.
—Puedes ir caminando, a dos calles a la izquierda hay un hostal, es lo más barato que vas a encontrar en esta zona —le dijo el hombre que no disimuló en recorrer su cuerpo de pies a cabeza.
Ella ignoró al hombre, tomó sus maletas y comenzó a caminar hacia el lugar que le indicó.
Apenas dio vuelta a la izquierda y pudo ver el letrero del hostal “Camas disponibles”. No le agradaba la idea de compartir habitación, pero solo estaría en ese lugar una o dos noches en lo que encontraba un pequeño apartamento en alquiler. Por fortuna había conseguido cartas de referencia y sabía que no le costaría trabajo encontrar un lugar decente para vivir. Por el momento no podría darse los lujos que quería, pero ya encontraría la manera de hacerlo.
Se instaló y se metió al baño con su maleta para tener un poco de privacidad. Abrió su maleta y sacó un sobre lleno de dinero. Sus ahorros equivalían tan solo a doscientos mil pesos, la mayoría del dinero ganado como Sugar Baby se lo había enviado a su madre y con eso no le alcanzaría más que para vivir unos meses en un lugar modesto.
Envolvió el sobre entre sus ropas y salió a conseguir un móvil nuevo y algo para cenar porque el hostal no contaba con servicio de alimentos.
Compró un teléfono móvil de baja gama, lo necesitaba para usar el internet y buscar apartamentos en renta y empleos que se adaptaran a su perfil. No conocía a nadie en la ciudad y tenía que moverse con rapidez porque no quería volver a la prostitución. Convivir con estudiantes en la pensión que vivía en Acapulco le sirvió para darse cuenta de que podía aspirar a un estilo de vida más decente y quizá así lograría alcanzar sus sueños, igual que las chicas de la pensión.
Vio un puesto de tacos y aunque hubiera preferido cenar en un restaurante, el aroma era tan delicioso que se detuvo a cenar algo sabroso y barato a la vez.
Todo pasó tan rápido que apenas pudo darse cuenta. El rechinido de las llantas de un auto, un grito de mujer y luego el alboroto de la gente la hicieron acercarse para ver lo que había ocurrido.
Un auto había atropellado a una chica, justo enfrente del puesto de tacos. La gente rodeó la escena y ella no lograba ver con claridad lo que estaba sucediendo. Dejó el plato y pagó los tacos de prisa para regresar al hostal. Lo sucedido la había dejado temblando por el susto.
La ambulancia no tardó en llegar, la gente comenzó a despejar el lugar para dejar que los paramédicos auxiliaran a la mujer, unos zapatos que habían quedado en medio de la calle junto a una pequeña maleta negra llamaron su atención. No sabía por qué lo hacía; pero, no dudó en acercarse y recoger las cosas para entregárselas a los paramédicos, ellos las entregarían a los familiares de la mujer.
Con la bolsa y los zapatos en las manos se acercó hasta donde unos hombres colocaban el cuerpo de la joven sobre una camilla.
Sus pupilas se dilataron al darse cuenta de que esa mujer no era una desconocida, se trataba de la joven religiosa con la que había cruzado un par de palabras en la terminal de autobuses.
—La conozco—dijo titubeante.
—¿Puede venir con nosotros en la ambulancia? — preguntó el camillero y prácticamente la empujó para que abordara el vehículo junto con ellos que ya subían a la chica en la camilla.
Durante todo el trayecto se preguntó qué estaba haciendo ahí y esperaba que eso no le acarreara problemas. Lo que menos quería era involucrarse en situaciones que la metieran en dificultades.
Casi sin darse cuenta se vio sentada en la sala de espera de un hospital esperando noticias de una mujer que solo había visto una vez en su vida y ni siquiera sabía su nombre.
—Señorita…— la mujer en la recepción del hospital la sacó de sus pensamientos —Necesitamos los datos de la víctima del accidente. ¿Usted es su familiar?
Sin contestar nada, comenzó a buscar en el bolso de la chica, los paramédicos le dieron su bolso y su ropa y ella se había quedado con la maleta y los zapatos.
Encontró una pequeña cartera con dos billetes de cien pesos, una identificación oficial y una estampa de la virgen de Guadalupe.
Algo en la identificación llamó su atención, la fotografía de la joven le pareció familiar. No era que fueran idénticas, sus facciones eran muy diferentes, pero su color de cabello y sus ojos eran iguales. “Constanza Ramírez”.
—Su nombre es Con…
—¿Ya localizaron a los familiares de la joven atropellada? —dijo un médico que salía del quirófano— Acaba de fallecer.
Gabriel salió del hospital solo unos días después, por fortuna la bala no había dañado ninguno de sus órganos vitales y con Laura y Michel lejos de sus vidas ya solo habría felicidad para ellos y sus pequeños hijos.Cuando Gabriel terminó su convalecencia en casa se dio cuenta de que Connie encendía una veladora y colocaba unas flores sobre un altar que tenían en casa dedicado a la virgen de Guadalupe.—Gracias cariño, supongo que tu Fe fue muy importante para mi recuperación y que todo saliera bien en mi cirugía.Connie se ruborizó un poco, Gabriel pensaba que esa veladora era para agradecer por la vida de su esposo, y sí junto con los niños y con la hermana Mica y la Madre superiora, habían pasado hora rezando, pidiendo un milagro y también habían ofrecido una misa para dar gracias porque estaba vivo, pero en esa ocasión, la veladora era para pedir por el eterno descanso de Santiago de Alvarado.—Claro que estoy muy feliz y le doy gracias a Dios por tu recuperación amor mío, pero es
Connie sintió que el corazón le estallaba de dolor al ver caer a Gabriel y ver la angustia de su pequeña hija desorbitando sus inocentes ojos, se sintió impotente al estar atada y no poder correr hacia él para ayudarle.Michelle corrió hacia él cuando vio que Laura dejaba caer el arma al piso estaba muy consternada por haber sido su cómplice en la muerte de Maciel y ver a Gabriel así de vulnerable la hizo pensar en todo el daño que había hecho al falsificar los estudios médicos de aquélla pobre mujer que prefirió morir antes que ver sufrir al hombre que amaba.Una vez que se aseguró de que Gabriel estaba vivo, llamó una ambulancia y ayudó a Connie a liberarse de sus ataduras, el instinto maternal de Connie fue correr hacia Ximena y los niños para liberarlos y asegurarse de que estuvieran bien antes de acercarse a Gabriel para darle ánimos, para suplicarle que no la dejara y que luchara por su vida.—¡Gabriel no te atrevas a dejarme! — le ordenaba mientras acariciaba su cabello y soste
El grito de Connie y el llanto de los niños ahogados por la mordaza que cubría sus bocas fue lo último que Gabriel escuchó antes de caer de rodillas al piso para luego perderse en la más profunda oscuridad. El golpe seco del cuerpo del hombre al caer de bruces al piso se escuchó tan fuerte que la misma Laura se quedó inerte la ver su obra, dejó caer el arma al suelo y tomó en sus manos el portarretratos, la imagen de Maciel parecía reprocharle lo que había hecho y no había nada que a Laura le doliera más que el saber que su adorada Maciel había preferido casarse y ser la mujer de Gabriel Herrera que quedarse junto a ella. Cerró los ojos por un instante antes de caminar hacia la puerta con la mirada perdida, en su mente solo podía recordar sus años de adolescencia, esos años en que compartió la habitación con Maciel en aquél internado para señoritas, mucho antes de salir para ingresar a un bachillerato privado donde ambas conocieron a Gabriel. Recordó la primera vez que convenció a M
Una vez que les entregaron las cenizas de la madre de Connie, las llevaron a la iglesia para colocarlas en una urna funeraria, Connie le dejó unas flores y le rezó una oración. —Adiós madre, espero que Dios te haya perdonado, yo trataré de hacerlo desde el fondo de mi corazón para que deje de doler todo lo que me hiciste y en lo que me convertiste — se persignó y salió de la iglesia de la mano de su esposo, quien se sorprendió al ver la fortaleza de su mujer. Fueron a casa y pasaron la tarde con los niños, Connie estaba muy cansada así que decidió descansar un poco, pero Gabriel le dijo que debía ir a la oficina a resolver un pendiente que no tardaría mucho. Apenas salió de la casa marcó el teléfono del comandante y le pidió que se vieran en una cafetería cerca del hotel donde se hospedaba. —Gracias por venir comandante, tome asiento por favor — le dijo Gabriel a Santiago de Alvarado invitándolo a sentarse en la mesa de la cafetería donde se encontraba — Lo cité aquí porque necesi
Santiago de Alvarado tomó el sobre que le entregó la enfermera con los resultados de ADN, lo abrió inmediatamente porque ya no podía con la incertidumbre. Desde hacía algunos años en los que comenzó a trabajar como agente encubierto para llevar ante la justicia a los grandes capos de la delincuencia organizada, su vida estaba rodeada de peligros y de misterios. Atar cabos y buscar personas lo habían llevado a enamorarse de una mujer con la que se había casado bajo un contrato matrimonial y de la que por el momento se encontraba alejado porque las circunstancias no resultaron favorables, pero estaba muy cerca de lograr su objetivo y si todo salía bien, podría dejar el trabajo y volver a Tabasco para pedirle a su amada una oportunidad para demostrarle cuanto la amaba. Recordó cuando se presentó ante el "patrón" para decirle que había encontrado a la mujer que le había ordenado buscar y por primera vez lo dejó ver su rostro, se llevó una gran sorpresa al darse cuenta de que ese hombre,
Tras perdonar a su madre Connie sintió un poco de liberación en su alma, a pesar de que había decidido cambiar de vida y dejar su pasado atrás, el hecho de saber que había sido su madre quien la había sumergido en el lodo desde muy niña era una espina que llevaba clavada en el corazón.Con la palma de su mano cerró los ojos de la mujer que le dio la vida — Que Dios te perdone y tenga piedad de tu alma — dijo en voz alta, desde que llegó al albergue y conoció a la Madre Superiora había vuelto a tener fe, su relación con la religión se había vuelto parte de su vida.Salió consternada porque su madre había fallecido, pero; sobre todo desconcertada por sus últimas palabras.—Murió — dijo en voz baja antes de que Gabriel le preguntara cómo se encontraba.Su esposo la abrazó con fuerza, sabía que su relación con ella no era buena, incluso en el rostro de Connie no se podían ver lágrimas, su gesto solo denotaba paz y resignación.—¿Le dijo quien la hirió? — preguntó el comandante Santiago, a
Último capítulo