Berlín, Alemania
Emilia
La noche ha caído, pero no logro dormir. No podría hacerlo aunque lo intentara. No después de todo lo que ha pasado.
Sigo sintiendo el peso del último enfrentamiento con Viktor sobre mis hombros. Sus palabras me han herido más de lo que esperaba, y me duele aún más saber que tenía razón. Estoy aquí por algo más grande que mis emociones. Las mujeres que mi padre mantiene cautivas… ellas no tienen el privilegio de encerrarse en una habitación y odiar al mundo.
Así que me levanto.
Camino por el pasillo en silencio, descalza, el frío del suelo colándose por las plantas de mis pies, como un recordatorio constante de que ya no pertenezco a ningún lugar. Bajo las escaleras y escucho sus voces incluso antes de llegar a la sala. Hablan bajo, pero con firmeza. Viktor y Konstantin.
Respiro hondo antes de cruzar el umbral.
Ambos están sentados frente a la mesa, la superficie cubierta de papeles, carpetas y mapas. Parece el centro de mando de una operación militar. No me mi