Capítulo 53: Seré ese testigo.
Nicolás caminó hacia la ventana, mirando la ciudad que creía controlar.
—Dile que la clave para su absolución es un testimonio sorpresa. Dile que yo, Nicolás Valente, seré ese testigo.
Galiano guardó silencio al otro lado de la línea, procesando la audacia de la jugada.
—¿Usted va a testificar a favor de la mujer que "mató" a su esposa?
—Voy a testificar que ella estaba loca de amor por mí —corrigió Nicolás—. Seré el viudo compasivo que admite que su amante perdió la razón por pasión. Eso sellará la narrativa de "crimen pasional" y le dará una sentencia corta. Y al mismo tiempo... le recordará al mundo, y a ella, que su destino está en mi boca.
Mientras Nicolás tejía la siguiente capa de su trampa dorada, en los bajos fondos de la ciudad, Fernando estaba a punto de encender la mecha de una bomba.
El lugar de reunión era un paso subterráneo abandonado, iluminado por grafitis de neón y el goteo de agua sucia.
Fernando le entregó un sobre manila grueso a un hombre de aspecto desaliñado: