La celda de aislamiento se había convertido en el cuartel general de la resistencia de una sola mujer.
Valentina yacía en el suelo frío, con el hombro quemado palpitando y el recorte de prensa que le dejó Galiano arrugado en su mano. El titular confirmaba que el caos había llegado a El Muro, y esa certeza le inyectó una adrenalina helada. Fernando había movido ficha desde las sombras, agitando el avispero. Ahora, la directora Carmenza reaccionaría con picaduras mortales.
Valentina dejó el periódico y volvió a abrir el Cuaderno Negro, iluminándolo con la tenue luz que se filtraba bajo la puerta. Sus ojos se clavaron obsesivamente en la entrada que amenazaba con derrumbar su mundo:
04/08/XX. Contacto con Cnel. E. Leal. Transferencia 300.000 USD. Misión: Silencio en caso "Carmen Silva".
La tinta negra parecía burlarse de ella.
—Si esto es real —susurró Valentina—, Leal es un traidor que vendió a mi padre. Pero si es falso... es una trampa de Carmenza para que yo desconfíe de mi única sal