Eva
—Bienvenido al reino de los vivos. Pensé que te ibas Duque bonito. Nos hiciste sufrir bastante.
—Teodoro… —susurró él, haciéndome sonreír.
Tenía heridas por todas partes; un lobo se había dedicado a morderlo hasta casi destrozarlo. Fabrizio había tomado el rol de curador, porque yo no podía ver esas heridas tan terribles. No en ellos, no en nadie a quien yo apreciara tanto.
—Sabes que te gusta que te diga Duque bonito y no me lo niegues.
—Lamento no haber confiado en ti. Lamento...
—Shh, shh. Todo eso quedó en el pasado. Ahora solo concéntrate en ponerte mejor y cuéntanos lo que ha pasado —le dije. Y vaya que había sido espantoso.
—¿Cómo es posible que justamente Ricardo la encontrara? No tiene ningún sentido —pregunté angustiada. Teníamos que seguir adelante, pero ahora, sabiendo que él tenía a Cerebrito, tenía las mejores cartas en este juego.
—La joven Luna está en peligro, así como Damián —dijo Fabrizio. Cuando escuchamos que comenzaba la batalla, sentimos el poder del alfa