En cuanto me dan mi café para llevar, voy a la recepción a registrar mi check out. Salgo directamente a la calle y ya están ahí Armando y Gerardo, ambos ya están preparados para irnos de regreso a casa.
-Pero mujercita, ¿por qué esos ojos tan hinchados? –pregunta Gerardo al verme a la cara preocupado.
-Ahm, no sé. Tal vez haya sido tanta cerveza o la altura del lugar –trato de mentir pero no sé si haya funcionado.
-Tal vez te pueda conseguir unos hielos en el camino para tratar de disminuirlos –me dice Armando quien también se ve preocupado.
-No es necesario, ya en casa trato de arreglarlo con unas bolsitas de té de manzanilla frías. No pasa nada, no es grave. ¿Ya están sus cosas arriba? –pregunto para tratar de desviar la atención.
-Ya, está todo –dice Armando al tomar mi maleta para guardarla en la cajuela que está abierta.
-¡Chin, mis regalos! Espérenme, voy al cuarto –sale corriendo Gerardo, ayer compró dulces y tamarindos para su esposa e hijo. Sube los dos escalones a paso ra