Cuando abro los ojos ya es de noche, todo se quedó a obscuras afuera. Tomo el celular y veo que son apenas las 7 de la noche, al parecer dormí bastante. Pero ayudó a hacerme sentir anímicamente mejor. Supongo que me hacía falta.
En la pantalla veo una llamada perdida de Armando, poco más de una hora después que me dejó en la puerta de mi casa.
Me paro de la cama para prender la luz del cuarto, voy al baño y luego a la cocina. Me siento deshidratada seguramente por el calor y la cerveza; así que tomo una botella de agua al tiempo y la abro. Tengo hambre pero nada de ganas de cocinar, así que tomo del refrigerador un poco de fruta, unas uvas y unas zarzamoras. Ya pensaré en un rato qué cenar.
Me regreso a la cama donde me tiro escandalosamente, prendo la tele y empiezo con el zaping. En eso, tomo el celular, nerviosa, para regresar la llamada a Armando. Solo faltan dos timbres para que me conteste.
-Hola.
-Hola –le digo más tímida de lo que pensaba -¿cómo estás? Acabo de ver tu llamada