Es lunes, creo, o eso me ha dicho Armando al regresar de su departamento. Aprovechó mi letargo para ir, darse un baño, cambiarse de ropa y desayunar algo. Me da gusto que lo haga, después de dos días de estar de guardia en el hospital lo tiene bien merecido.
Mara me ha venido a ver en dos ocasiones, ayer para traer también el oxígeno de Armando, y para checarme esta mañana. Se le ve angustiada... por mí. Honestamente, no creo que las dos hubiéramos pensando que llegaría un día en que una viera por la otra. No le guardo rencor, la verdad es que me siento orgullosa de ella.
No creo tener la capacidad y paciencia para hacer lo que ella hace todos los días, eso es algo digno de admirarse. Debo recordar decírselo y agradecerle todas las atenciones cuando pueda hablar.
Armando me está preparando para bañar junto con la enfermera del turno, una vez desnuda ella me ayuda pasar mientras que él se encuentra a un lado viendo todo. Por el rabillo del ojo veo que se le sale una lágrima al ver las