Despierto de golpe en la cama. No está Mauricio conmigo, se ha levantado más temprano que de costumbre, volteo a ver la ventana y se ven los primeros rayos de luz pasar por las cortinas. No deben ser más de las 6 de la mañana.Escuchó un golpe en la cocina y la voz alta de mi marido desde la sala. Parece molesto, muy molesto. Salgo enseguida para averiguar qué sucede. Aún estoy un poco sensible por lo de ayer, me siento receptiva.Y ahí está Mau en la barra de la cocina, de traje, uno azul marino que lo hacía ver más bronceado. Y guapo. Tiene pegado el celular al oído, se ve preocupado y molesto.-De acuerdo, lo perdido ya está. No importa, se repone. Habla con Max para eso, no quiero dejar descubierto el lugar, es importante, tanto que nos costó... Quiero saber cómo es que pasó, parecen novatos, ¡carajo! -interrumpe su hilo de ideas cuando me ve en la puerta-. Nos vemos, adiós.De repente cuelga y azota el celular en la barra. Está enojado y alterado. Pocas veces lo he visto así, la
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