Tengo que aumentar el tacómetro a más de 110 kilómetros por hora para evitar que nos den alcance. El auto detrás no parece frenar.
-10-4, aquí auto de la casa. Nos viene persiguiendo un auto sedan, obscuro con vidrios polarizados. No frena. Cambio –avisa Gerardo mientras veo que saca algo de su espalda. Venía armado mi compañero.
-10-4, aquí mando. No paren, estamos esperando armados. Mantengan su torreta para reconocerlos. Cambio.
Trato de girarme hacia los extremos del camino, pero no tengo margen de movimiento, son solo dos carriles, uno de ida y otro de vuelta; además es casi tierra y lodo sobre lo que vamos.
-No puedo desviarme...
-No te preocupes Carito, lo estás haciendo de mara... –lo interrumpe un primer sonido hueco, nos están disparando.
Los primeros dos disparos no nos dan, pero el tercero le pega al vidrio trasero y hacen volar a todos los cristales por el auto.
-Carito, no te detengas. Lo estás haciendo bien –me dice Gerardo quien sabe que la concentración que debo tene