-¡Ya es súper tarde, Caro! –dice Miriam a Carolina quien viene manejando la carretera a Tres Marías. La noche les alcanzó en el hospital, platicando y recordando viejos tiempos con Armando, quien se mantenía de mejor humor sobre su cama.
-Tranquila mujer. Mira, los de la guardia vienen atrás –lo dice al comprobarlo por el retrovisor- y estamos a media hora de llegar a la zona boscosa. Lo único que espero es no poner nervioso a tu papá. ¿Por qué no les llamas y les avisas que no tardamos, también para que te guarden algo de cenar.
-Nos guarden, querida. Recuerda que ya eres de la familia. Y si me regañan a mí, también te regañarán a ti.
Eso es cierto, y no quiero escuchar una reprimenda la primera noche de mi estadía. Caro toma su celular y marca a su casa, luego de unos minutos les asegura que estamos en casa en unos minutos. No escucho sobresaltos, por lo que me siento más tranquila. Cuelga.
-Ya, listo. Estaban por marcarnos, casi nunca estoy fuera de casa tan tarde... Bueno, cuando