Mauricio se sentía caer en un pozo sin fondo, era demasiada información. La idea de que su, hasta ahora, tío hubiera podido matar a sus padres le calaba hasta los huesos, y tampoco cabría mucha duda al conocer cómo se manejaba.
-Edmundo nunca iba corriendo el coche, menos con su familia adentro. En esa parte de la carretera no hay ni un animal a kilómetros. Luego quisieron meterle a una vaca en el camino, la policía que se dejó sobornar. Nunca le creímos a la policía. A mí por estar haciendo mis mitotes para que me enseñaran a la vaca muerta o los terrenos de dónde salió, me metieron a la cárcel una semana.
-Pensé que nadie había ido por mí...
-No’mbre, si fueron tus abuelos a verte. Pero nadie les dejaba pasar, primero nos dijeron que porque llegaste muerto, luego que no, luego que herido, que no había papeles... Todos unos pretextos para no entregarte. Y ya luego supimos por qué, el Quiquín se agarró en la calle al primo Pancho, y que se lo lleva amenazado con pistola en mano par