Mara está revisando los monitores que rodean a Armando, quien ya se encuentra sentado y recargado en la cama. Ya vino su doctor, y nos confió que con unos días de medicación y terapia aérea, estará bien pronto. Solo hay que cuidar su actividad física evitando movimientos rudos o que le aceleren la actividad respiratoria.
Una vez resueltas las miles de preguntas de Miriam, el doctor se despide guiñando el ojo a Mara, quien no puede evitar sonrojarse por nuestra presencia.
-Muy bien Armando, me da gusto que estés ya mejor y bien atendido –señala el comandante mientras le da unas palmadas en las piernas. El jefe es más paternal de lo que pudiéramos imaginar con su imagen.
-Gracias comandante.
-Me da gusto que ya estés de nuevo con nosotros, hermano. Con los golpes que te dieron, sentí miedo, la verdad... –recuerda Gerardo con una mueca de fingido dolor.
-Todavía me duele la mejilla, pero igual al rato puedo pedir algo de hielo. ¿Cómo estás Caro? –me pregunta endulzando la mirada que me