Amor después del divorcio
Amor después del divorcio
Por: Xinova Escritora
CAPÍTULO 1 ¿YA NO ME AMAS?

Los Ángeles, California.

Eran las 3:00 am cuando Oliver ingresó a su habitación, intentó encontrar sin éxito, el apagador en el muro. Caminó tambaleándose sobre las baldosas, se sentía acalorado, por lo que comenzó a desnudarse. Mientras se retiraba el pantalón, se tropezó con la alfombra decorativa que tenían en la sala, trastabilló intentando controlar sus piernas, sin poder evitarlo, por lo que cayó metiendo las manos al suelo.

Al escuchar el fuerte golpe, Isabella su esposa, despertó de inmediato y encendió la luz de la lámpara de noche. Al verlo tirado, salió con rapidez de la cama.

— ¿Estás bien? —preguntó colocando las manos sobre su torso.

Octavio frunció el ceño y la miró con frialdad.

—Mi madre tenía razón —arrastró las palabras, colocó una de sus manos sobre el cuello de Isabella.

—Aquella gélida mirada la estremeció.

— ¿Qué te ocurre? —indagó, retirando al instante las manos de su esposo de su cuello. — ¿Por qué volviste a beber? —preguntó con lágrimas en los ojos. — ¿En dónde quedó el hombre cariñoso y amoroso del que me enamoré? —lo  miró con decepción.

—No debí dejarme engatusar por tus encantos —confesó con dolor—, pero me hechizaste con lo bonita que eres. —La recorrió con sus ojos—, no lo pude evitar, y ahora estoy pagando las consecuencias —se lamentó.

Aquellas palabras le dolieron en lo más profundo de su ser, hacía meses que Oliver había cambiado tanto, y no tenía la menor idea del por qué. Su corazón se llenó de gran decepción.

— ¿Ya no me amas? —preguntó con voz temblorosa.

Oliver la miró a los ojos y presionó con fuerza sus párpados.

—No quiero hablar de mis sentimientos, soy tan cobarde que ni siquiera puedo hacer las cosas bien —dijo apoyando las manos sobre las baldosas, como pudo se puso de pie y caminó hacia la cama, dejándose caer de golpe, para que en cuestión de segundos, se quedara dormido.

En cambio Isabella tuvo que permanecer un par de minutos en el suelo, para contener la tristeza que llevaba arrastrando en lo más profundo de su ser. No lograba entender el motivo por el que bebía constantemente, y se comportaba frío y distante con ella. 

Su barbilla temblaba ante la gran bruma que la rodeaba, ¿Me estará engañando con otra?, la pregunta la atormentó, su pecho ardió ante la posibilidad, debido al cambio de actitud que tenía.

****

Por la tarde.

Oliver bebió de golpe el trago que sostenía entre sus manos, y se quedó pensativo, mirando hacia la ventana, desde el estudio de su residencia. Acomodó uno de sus codos sobre el pulcro cristal de su escritorio y recargó sobre sus dedos su cabeza, entonces resopló, sin ánimo.

— ¿Qué te ocurre? —indagó Victoria su madre, quien ingresó en ese momento—, desde hace un tiempo, que te veo preocupado. —Tomó asiento frente a él y clavó su dura mirada sobre su primogénito.

Miró a su madre y enseguida tomó la licorera y bebió de golpe el trago que había servido. Antes de que volviera a hacerlo, Victoria se acercó con agilidad y se la arrebató.

— ¡Basta! —ordenó—, dime de una buena vez lo que ocurre. —Lo miró a los ojos con severidad.

Oliver se llevó las manos a la cabeza y tiró de su espesa cabellera castaña.

—Estamos al borde de la ruina —confesó—, llevo mucho tiempo buscando la manera de evitarlo, pero no logro encontrar la forma de salvar la compañía.

— ¿Qué dices? —Victoria se puso de pie, su respiración se agitó, su pecho comenzó a subir y bajar agitado. Entonces se sirvió ella también un trago y lo bebió de golpe—. Tiene que haber un error —expresó sintiendo que su cabeza retumbaba.

—No, no lo hay, si no encuentro alguien que me quiera ayudar, lo perderemos todo.

— ¿Has acudido al banco para pedir un préstamo? —indagó con nerviosismo.

— ¿Acaso crees que soy un novato? —preguntó—. Tenemos varios préstamos con ellos, y no tengo liquidez para hacer los pagos. —Le quitó la licorera y bebió directo de la botella.

Victoria se acercó hacia el escritorio y abrió uno de los cajones, para sacar su agenda.

—Aún tengo viejos contactos —expresó y comenzó a hojearla—. Voy a llamarle a nuestro querido amigo Steven, tu papá le hizo muchos favores, cuando vivía. —Tomó el teléfono del escritorio y comenzó a marcarle.

—No lo hagas. —Cortó la llamada, antes de que respondiera—, murió el año pasado.

La mujer separó los labios en una gran O, no lo recordaba, ¿en  dónde tenía la cabeza?

— ¿Es una broma? —indagó.

Oliver movió la cabeza.

—No, no me extraña que su viuda no te respondiera, ya que nunca le llamaste.

—A los Jones —sugirió buscando entre sus contactos.

—Se fueron a vivir a Londres, te recuerdo que te peleaste con Lily y juraste no dirigirle la palabra nunca más.

Victoria rodó los ojos al acordarse.

—Es verdad, la infeliz, estaba engatusando a tu padre, si no me doy cuenta, capaz y termina haciéndolo —gruñó y supo que de ahí nadie más los podría ayudar.

—Estamos perdidos —mencionó con decepción Oliver.

—No, no te puedes dar por vencido —refirió la mujer. — ¿Acaso deseas que termine mis días en las calles pidiendo limosna? —su mirada se cristalizó.

—Claro que no, mamá, sabes bien que daría mi propia vida, por ti. —Se puso de pie y caminó hacia ella, estrechándola entre sus brazos.

—Me reconforta escucharte decir eso —Victoria susurró con la voz fragmentada—, si no fuera tan vieja y no estuviera enferma del corazón, no me importaría irme a vivir a cualquier lugar, con tal de estar todos juntos, pero a estas alturas, ¿que sería de mí? 

—Lamento tener que decepcionarte —Oliver pasó saliva con dificultad al escucharla—. Eres la mejor madre del mundo, siempre lo has sido, la mujer más fuerte que conozco.

Victoria ladeó los labios sonriente.

—Todo sería más sencillo para nosotros, si te hubieras casado con Emma Scott —sollozó—, estoy segura que su padre ahora te estaría apoyando y nosotros no estaríamos tronándonos los dedos, llenos de angustia.

—Me enamoré de Isabella —refutó su comentario. — ¿Por qué no lo puedes entender? —reclamó.

Victoria negó con la cabeza y lo miró con frialdad.

— ¿Acaso crees que yo no hice sacrificios?, te recuerdo lo que ya sabes, sobre mi vida. Cuando me casé, no amaba ni un poquito a tu padre, pero sabía que al hacerlo, aseguraba el futuro y bienestar de los míos. Me duele que tú, no hayas sido capaz de hacerlo por nosotros. —Se puso de pie y le dio la espalda—, avísame cuando encuentres un cuarto de vecindad en donde mudarnos.

Las manos de Oliver temblaron al escuchar aquellas duras palabras, las cuales se sabía de memoria sobre su pasado, tomó la fotografía que tenía de Isabella, y suspiró profundo.

—No debí fijarme en ti, a pesar de ser una chica educada, no posees nada en el mundo. —Presionó con fuerza sus párpados y liberó un par de lágrimas, sintiendo que se encontraba entre la espada y la pared.

***

Victoria se dirigió hacia su habitación, caminó hacia la pequeña mesa estilo victoriano y tomó asiento en uno de sus sillones, permaneció en silencio durante unos minutos, sabiendo que tenía que hacer algo para evitar que se fueran a la ruina, hasta que tomó una decisión. Sujetó su móvil e hizo una llamada.

—Emma querida, ¿Cuánto tiempo sin saber nada de ti? 

—Señora Victoria, me sorprende su llamada —dijo aquella chica. — ¿Están todos bien? 

—Me gustaría decirte que todo está en orden, pero no es así. —Se quedó callada.

— ¿Qué sucede? —indagó la joven.

—Se trata de Oliver, hace un par de días nos confesó que las cosas con Isabella no andan nada bien, está pensando en pedirle el divorcio, por que… parece que ella lo está engañando, no vayas a decir que yo te conté, querida..

— ¿En serio? —Emma no pudo evitar entusiasmarse—, juro que no diré nada.

Victoria ladeó los labios y sonrió de forma perversa.

—Así es, cariño. Te dejo el dato, si mi hijo aún te interesa, espero que no pierdas el tiempo y regreses a vivir a la ciudad.

—Lo voy a pensar —respondió la chica con mayor serenidad.

La señora Weber, se puso de pie y caminó hacia el ventanal.

—Voy a darles la estocada final para que de una buena vez, te alejes de esa —aseguró con determinación.

***

Llena de emoción les doy la bienvenid@ a esta nueva historia, espero que sea de su agrado lo que Guillermo e Isabella, tienen que contarnos. ¡Abrochense los cinturones que estamos comenzando!

Las leo en las reseñas. Saludos.

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