La vida de Lorena es un desastre: la llaman la rara. Pero por un golpe de suerte y un malentendido, termina teniendo novio, por fin. Después de la propuesta de su novio Cristian de irse a vivir con él a su apartamento, la vida de la joven cambia radicalmente. Por culpa de un anillo en la mano de Lorena, las dos familias de la pareja comienzan a planear una boda y, para colmo de males, Flor (la hermana de la joven) le dice que se vaya a vivir con su prometido ya que muy pronto serán esposos. Todo esto sería buena idea, sólo que hay un pequeño problema, ¡Cristian nunca le pidió casarse con ella! Ay, Lorena, vives metiéndote en problemas, ¿y ahora cómo harás?
Ler maisLorena estaba sentada en el comedor comiendo tranquilamente cuando se metió el mismo tema de siempre:
—Hoy vi a tu amiguita, ¿por qué ya no llega a la casa? —comentó Marcela, la hermana mayor, mientras revolvía su comida.
—Creo que ya se dejaron, aunque, me parecía que hacían buena pareja. Yo digo que mis padres las hubieran aceptado, sabes que eso ya es bastante normal en estos días —soltó Flor mientras aguantaba una risotada.
—Niñas, ya dejen de burlarse de Lorena —regañó su padre.
—Hija, si eres lesbiana puedes decirnos, nosotros te apoyamos —soltó insistente la señora Durán.
—No soy lesbiana, mamá —refutó Lorena levantándose de la mesa.
—Ya se enojó la niña... —se burló Flor.
—Flor, deja de molestar a tu hermana —regañó el señor Durán.
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—Qué chica más rara —masculló Cristian observando detenidamente a una joven que estaba sentada en una banca mirando sus manos. Él se encontraba en la banca de enfrente con su compañero de clases, Camilo.
—Pero sabes que yo no quiero nada con ella, no sé cómo dejar esa relación de una vez por todas —decía su amigo.
—Oye, Camilo, mira a esa chica que está enfrente, es rara ¿no? —dijo Cristian.
—¿A mí qué?, es más raro que tú la observes y digas que es rara, no.… ¡Lo que pasa es que no me estás prestando atención! —soltó el muchacho enfadándose. En aquel momento vieron cuando la chica se levantó de la banca mientras hablaba sola y se marchó. Camilo y Cristian la siguieron con la mirada— bueno... eso fue muy raro.
Lorena era aquella chica, no estaba rara, sólo tenía mucha rabia porque había acabado de discutir con sus hermanas que siempre la molestan:
"Tener un novio, ¿tengo que mostrarles a ellas un chico para que dejen de decir que soy lesbiana?" pensó, acomodó su abrigo blanco y se agachó a mirar el lago que estaba frente a ella. Le gustaba apreciar la naturaleza, eso la hacía sentirse bastante tranquila.
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Lorena siempre se había caracterizado por ser una joven algo tímida que no tenía amigos, era bastante solitaria y callada. Con el paso del tiempo a su familia le pareció extraño que la joven tuviera ese tipo de comportamientos y que siempre estuviera con una chica igual a ella, pero con el transcurso de los meses esa niña no llegó más a su casa y no la volvieron a ver con Lorena. Ahora la joven siempre se encontraba sola y no hablaba ni con su familia. Llegaron a una conclusión y empezaron a molestarla con el tema de su sexualidad porque creyeron que era lesbiana y a la hora de comer, el tema se convertía en el postre.
—Ya me voy —dijo Lorena al estar a punto de salir de su casa, pero nadie le prestó atención. Llevó su mirada a la sala donde todos estaban sentados concentrados en el nuevo chisme que traía su madre.
—Así que el hijo de mi jefe tiene novia, lo que el señor quiere saber es quién es —dijo la señora.
—Lo que me dicen mis amigas de la oficina es que él nunca le muestra sus novias a su padre y por eso quiere conocer a esta chica, dicen que ella tiene familia trabajando en la oficina, sería bueno conocerlas y saber qué tipo de chica es su novia —explicó Marcela quien trabajaba en la misma empresa.
—¿Qué edad tiene? —inquirió Flor.
Lorena salió de la casa caminado rápidamente, puso sus auriculares en sus oídos y subió todo el volumen de la música. Se montó en su bicicleta para pedalear hasta el colegio que quedaba al otro extremo de la ciudad. En el salón de clases siempre la quedaban observando porque llegaba sudada y se limpiaba con un pañuelo amarillo que cargaba consigo.
—¿Acaso viene caminando desde su casa? —preguntaban las chicas con algo de asco.
—Tiene una bicicleta —respondió una joven.
Lorena escuchaba lo que decían aquellas chicas. "Malditas riquillas, ¿por qué mis padres tuvieron que meterme en este colegio?" pensó Lorena mientras se echaba fresco con una libreta.
—Para que consigas un buen partido que mejore el renombre de nuestra familia —explicó su mamá en la noche cuando le arreglaba la ropa en el closet.
—Yo creo eso es imposible, con esa cara de piedra con la que siempre anda no creo que ningún chico le preste atención —dijo Flor recostada en el marco de la puerta.
—¿Y tú cómo sabes que eso nunca va a pasar? —preguntó Lorena.
—Porque soy tu hermana mayor —respondió Flor.
—¿Por qué hija? ¿Ya tienes un pretendiente? —inquirió la señora Durán terminando de meter la ropa en el closet.
Todas hicieron silencio y Lorena tragó en seco.
—Claro que no... ¿Quién se va a fijar en esa rara? —soltó Marcela cruzada de piernas sobre la cama.
—Si Lorena se consigue un novio, yo podré ir a la luna —se burló Flor. Las dos hermanas soltaron la carcajada.
—¿Te acuerdas aquella vez cuando estaba pequeña y obligó a que un niño le diera un beso? —preguntó Marcela a su hermana.
—Ay, sí, pobrecito, el niño terminó llorando —Flor soltó una gran carcajada.
—Lorena sólo conseguirá novio si apunta un arma a la cabeza del pobre chico —chistó Marcela.
—Yo creo que él primero se mata antes que estar con ella.
—¡Tengo novio! —gritó Lorena. Todas la miraron bastante serias, se empezaron a observar y después soltaron la carcajada— se llama Cristian, tiene 18 años, es alto, blanco, cabello negro y estudia en el colegio. ¡Ah…! También está en el grupo de natación del instituto —agregó la muchacha montándose en toda una nube al ver que había cumplido su objetivo. Sus hermanas y su madre hicieron silencio.
—¿Eso es cierto? —inquirió su padre entrando al cuarto.
La madre de Lorena pegó un grito de emoción.
—¡Es el hijo de mi jefe! —gritó.
—No creo mamá —negó Marcela haciendo un gesto de confusión.
—¡Claro que sí, Cristian tiene una novia que tiene la edad de Lorena, la familia de la joven trabaja en la empresa y Cristian estudia en el mismo colegio, recuerda que está en el grupo de natación! ¡Es él!
—¡Es cierto, el hijo de nuestro jefe se llama Cristian, él estudia en tu colegio y tiene 18 años, entonces son ciertos los rumores que se corren en la empresa, Cristian tiene una novia que tiene familia trabajando en nuestra empresa! ¡Y esas somos nosotras! —dijo Marcela.
Todos llevaron su mirada a Lorena.
—¡Hija, te has ganado la lotería! —gritó la señora Durán.
—¡Por fin voy a tener un ascenso! —gritó Marcela, abrazó a su hermana— ¡gracias hermanita! ¡Por eso te amo!
"M****a, ¿en qué problema me he metido?" pensó Lorena viendo cómo se estrellaba contra la horrible realidad que se le avecinaba.
Realmente era un dolor de cabeza tener a un hombre emocionado por el nacimiento de un bebé. Aunque, por dentro, Sasha se sentía aliviada con tantas atenciones por parte de Adam. Aunque le había confesado que él no era el padre biológico, siempre estuvo ahí, apoyándola desde la distancia, siendo ese hombre atento que su hijo necesitaba.No le sorprendía en absoluto que Adam ahora le pidiera estar junto a ella. De hecho, lo estaba esperando.Sasha desplegó una ligera sonrisa y sacó el bobón de su boca, tragó saliva y después aclaró su garganta.—Estaban feos —dijo—. Además, ya todos se refieren a él por Santiaguito, ni siquiera le dicen Santiago, si no, Santiaguito. Mi hijo no ha nacido, pero ya tiene sobrenombre.Adam dejó salir una pequeña risita emocionada, después, trató de calmarse.—
—¡Nada! —gritó la niña mientras corría a él.La expresión de Marc se tornó seria, ¿acaso era lo que estaba imaginando?—Vaya —dijo—, ¿ahora te has vuelto padre?Miguel volvió su rostro a él y después bajó la mirada al chocolate que sostenían sus manos.—Bueno… —comenzó a decir— esa niña es muy tierna, ¿no?—Sí, se nota que se llevan muy bien —dijo Marc—, te sabe sobornar.—Me encanta, quiero verla crecer —confesó.—¿Y él? —Marc observó al hombre que estaba bastante cerca de ellos y conversaba con la niña.—Es una buena persona, ¿sabes? No es igual a los demás. Ama a su hija como a nada en el mundo y… me ha sabido atrapar.—Wao —fu
Esa tarde Lorena llegó a la casa y encontró a Cristian sentado en un rincón del cuarto que habían decorado juntos días atrás. Parecía un perrito triste en aquel rincón, tenía las piernas abrazadas por sus brazos y parecía que había estado llorando.—Cristian, ¿qué haces ahí? —preguntó al asomarse.—Lorena, ¿realmente quieres separarte de mí? —inquirió el joven.—¿Estás borracho?—No, ¿por qué?Lorena entró a la habitación un tanto incómoda, ¿qué le sucedía a su esposo?—No quiero separarme de ti, —respondió mientras se acercaba a él— ¿de dónde sacas eso?—Dijiste que querías criar a nuestro hijo sola.—Fue en un momento de rabia. Somos
Cristian se acercó un poco más a su esposa, no se veía para nada contenta, de hecho, sus ojos estaban enrojecidos y con lágrimas a punto de desbordarse.—Lo siento —musitó—, lo siento —subió más su voz—. Me sentía muy estresado, necesitaba estar a solas, pensar.—¿Pensar qué? —inquirió Lorena en un gruñido.—En cómo sería nuestra vida con un bebé.—Ya sé que no quieres hijos.—Sí los quiero, Lorena, pero… no ahora, aunque, si ese fuera el caso, lo aceptaría.—No tendrías otra opción, te resignarías a la idea.Cristian decidió sentarse en un sillón, se sentía físicamente agotado, su cuerpo no podía más. Fue ahí cuando su mirada se concentró en la pequeña mes
Cristian tomó un trago de wisky, su rostro en aquel momento se veía aún más demacrado que antes. Recién había acabado de leer los papeles y ahora no quería saber nada de trabajo y mucho menos de su esposa.Por alguna razón tenía un resentimiento hacia ella. A su mente venían pensamientos sobre las veces que Lorena se enojó con él. Cosas como “no trabajes en casa”, “llega temprano a casa”, “los domingos son de familia”, “los viernes son noches a solas conmigo” y muchas cosas más, en aquel momento lo estaban agobiando.En aquellos años trató de ser el mejor esposo, intentar tener una relación perfecta, pero… esa noche se sintió derrumbarse. Le entristecía tener ese pensamiento de que Lorena lo estaba ahogando, quería apropiarse de su vida.Sentía que comenzaba a marearse,
Sasha notó que no eran los únicos en la antesala, todos sus amigos se encontraban de espectadores observando aquella bochornosa discusión de si era o no su hijo.—Ya te lo dije, no es tuyo —le dijo a Adam casi a susurro.Dio media vuelta y comenzó a caminar rápidamente rumbo a la salida de la casa.—¡Eso lo comprobaremos con una prueba de ADN! —gritó Adam.Pero Sasha no se detuvo, aunque sabía perfectamente que lo había escuchado. Estaba tan estresado, aquella noticia lo sacó de quicio. Sabía que Sasha estaba actuando muy extraño en esos meses, por lo mismo decidió volver antes de tiempo para hablar con ella, aunque nunca imaginó que sucedería esto.Cristian se acercó a él y puso una de sus manos en su hombro.—Mierda —soltó—, ¿qué harás ahora?, ella no qui
Último capítulo