CAPÍTULO 3. UNA CUALQUIERA

De inmediato se acercó a él y se le fue a los golpes.

—Voy a acabar contigo —gritó lleno de furia.

—Ella me provocó —expresó al sentir el impacto del fuerte puño sobre su pómulo.

— ¡Cállate! —gritó lleno de rabia.

En ese momento ingresó Victoria acompañada por Emma, sus ojos se abrieron de par en par al ver a sus hijos enfrentándose. 

—Llama a seguridad —dijo a la chica.

— ¿Desde hace cuanto tiempo te estás revolcando con ella? —Oliver gruñó.

— ¡Deténganse! —Victoria intentó acercarse a ellos, para evitar la pelea, pero no lo logró.

Isabella abrió los ojos de golpe ante los fuertes gritos, palideció aún más al ver a su esposo golpeando a Mason, quien estaba semidesnudo.

— ¿Qué ocurre? —cuestionó asustada. — ¿Por qué se están peleando? —preguntó a su suegra.

—Eres una desvergonzada, esto es tu culpa. —La señaló Victoria.

La joven estaba por ponerse de pie, pero se dio cuenta que estaba desnuda. Su cuerpo se estremeció, tomó su camisón y su bata, y se la colocó. 

— ¡Basta! —intentó acercarse a Oliver, quien estaba sobre su hermano, golpeándolo sin piedad alguna.

En ese momento ingresó el personal de seguridad y los separó.

— ¡Te voy a matar! —Oliver espetó lleno de furia.

—Ella me provocó, la traje a acostarse, porque dijo que no se sentía bien y yo le creí, lo único que buscaba era seducirme, no pude detenerme.

Al escuchar sus palabras, Isabella se acercó a él.

—Eso no es verdad. —Le dio un empujón—, yo sería incapaz de engañar a mi esposo.

—Sino pasó nada entre ustedes, entonces explicanos, ¿por qué mi hijo te encontró desnuda en brazos de su hermano? —Victoria gritó.

—Tienes que creerme, no hice nada. —Se acercó a Oliver, quien luchaba para que lo soltaran.

—Salgamos de aquí —ordenó Victoria a los hombres que sujetaban a Mason—, quédate cerca de mi hijo —solicitó a Emma, quien estaba sin palabras, decidió salir y esperar fuera.

Eres una desvergonzada —bramó mirando lleno de rabia a su esposa—, nunca debí casarme con alguien que no estaba a mi altura —gruñó—, eso me pasa por no haber escuchado a mi madre, me habría ahorrado una gran decepción —manifestó totalmente encolerizado.

—Tienes que escucharme, no recuerdo nada, pero estoy segura, que no hice nada de lo que pueda arrepentirme, lo juro. Yo te amo, te lo he demostrado desde que nos casamos —refirió.

—Eres una cualquiera —espetó sintiendo que su pecho ardía de dolor.

—No lo soy. —Lo abofeteó—, no voy a permitir que me faltes al respeto. —Limpió sus lágrimas.

—Quiero que te largues de aquí. —La tomó por uno de sus brazos y la jaló con fuerza.

—No, no me hagas esto, no lo merezco, ¡escuchame! —suplicó.

—No tengo nada que escuchar, con lo que vi fue suficiente —indicó, cruzando por el pasillo, para llegar a la puerta por donde ingresaba el personal.

En cuanto abrió la puerta, un fuerte corrientazo los hizo estremecerse.

— ¡Lárgate! —exclamó lleno de rabia.

—No, por favor no lo hagas, sabes que no tengo a donde ir, yo no hice nada, tienes que creerme.

—Eso debiste pensarlo, antes de meterte con mi propio hermano.

—Soy inocente —expresó llena de dolor—, yo te amo.

—No vuelvas a repetirlo. —La empujó con fuerza, y la sacó de la casa.

***

Victoria tomó el botiquín de primeros auxilios y comenzó a limpiar las heridas de su hijo.

— ¡Auch!, ten cuidado —gritó Mason.

—Vaya que te dio duro tu hermano —Victoria ladeó los labios sonriente.

— ¿Te parece gracioso? —refirió el joven, viéndola a los ojos.

—Claro que no, pero me pone de muy buen humor, que por fin nos liberamos de esa arribista, buena para nada.

Mason inhaló profundo, su mandíbula se tenso, se concentró para contener el dolor que sentía.

—Creo que me fracturó las costillas, me duele mucho el costado.

—Lo mejor será llevarte al hospital, para que te revisen.

—Sí, eso necesito —expresó. — ¿Me vas a pagar el dinero que me prometiste? —Mason preguntó.

—Por supuesto que sí, tengo mis ahorros y después de que me ayudaste a separarlos, te lo mereces —manifestó.

***

La mirada de Isabella, se llenó de lágrimas, su corazón se estrujó ante la fuerza en la que azotó la puerta.

—No me cierres —suplicó, llorando con desespero.

Giró en su eje y con su temerosa mirada divisó a su alrededor, sabía que no le abrirían a la puerta y que tenía que pensar en donde podría refugiarse, por lo que caminó se limpió los ojos y caminó por hacia el camino que alumbraban las mamparas, buscando llegar al pueblo.

Cerró su bata y buscó protegerse del frío, pero no lo consiguió, sus dientes tiritaban sin cesar. Hasta que luego de veinte minutos llegó al pueblo, se acercó hacia la iglesia, pero estaba cerrada, por lo que se pegó a la vieja madera de la puerta y se dejó caer al suelo.

—Algún día te darás cuenta de la verdad, y lleno de arrepentimiento, me pedirás perdón de rodillas. Disfrutaré de ese momento. —Se abrazó a sí misma, intentando mitigar el frío que se sentía.

***

Oliver regresó a la casa y se dirigió al estudio, tomó la licorera y bebió directo de la botella.

—Maldigo el día en que te conocí —expresó con el rostro lleno de lágrimas.

— ¿Puedo pasar? —Emma tocó a la puerta.

—No es un buen momento —Oliver respondió.

—A mí me parece que sí —la joven cerró la puerta y se acercó a él—, vine a ofrecerte mi apoyo y mi consuelo. —Acercó una de sus manos a su mejilla y lo acarició con ternura.

—Nunca me disculpe por lo que te hice —él expresó con voz trémula—, no debí romper nuestro compromiso, no debí dejarte por una mujer como Isabella. —Presionó con fuerza sus párpados, su corazón dolía.

Emma suspiró profundo, sus ojos se cristalizaron.

—Sufrí tanto como lo haces en este momento tú —respondió aclarándose la voz—, se me desgarró el alma, de tal manera que unir las partes me llevó mucho tiempo, pero finalmente lo logré y sobreviví. Estoy segura que también lo lograrás.

—No sé como, no sé vivir sin ella —confesó liberando un par de lágrimas.

—Déjame ayudarte —Emma colocó una de sus manos sobre su cuello y acercó sus labios a los de él, besándolo con un ferviente anhelo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo