En ese instante la puerta se abrió, los labios de Emma se abrieron en una gran O al verlo tambalearse, pues después de la discusión que tuvieron, Octavio se salió y no regresó en toda la noche, separó los labios al ver que tropezaba con la esponjosa alfombra gris.
— ¡Estás borracho! —exclamó con decepción, pues le había prometido que no volvería a beber.
Él negó con la cabeza.
—Bebí solo un poquito —expresó fijando su atención en la desnudez de su cuerpo—, vine a hacer las paces contigo. A pesar de lo que te hice, volviste a mi lado, el día que esa me traicionó, te quedaste y me demostraste lo mucho que me amas —Se acercó a ella y la estrechó entre sus brazos.
Emma presionó sus labios, y contuvo el aire ya que desprendía un fuerte hedor.
—Te prometo que voy a compensarte. —Acercó sus labios a sus hombros y deslizó su lengua sobre su piel.
Sabía que ese era su momento, para evitar que usara preservativo, y sorprenderlo pronto.
—Vamos al jacuzzi —sugirió seductoramente—, prometo que lo