58. Las Reinas del Engaño.
Narra Lorena.
El plan empezó con un cigarro mal apagado y una copa de whisky barato.
Estaba en un bar al borde de la ciudad, el tipo de lugar donde nadie te pregunta por qué tenés sangre seca bajo las uñas o una mirada que grita que ya no tenés nada que perder. El tipo de lugar donde las mujeres van a morir en cámara lenta, una copa a la vez.
Y ahí estaba ella.
Mar.
Sentada como una diosa caída del cielo más sucio.
—Viniste —me dijo sin levantar la mirada del trago.
—Porque vos también perdiste algo. Y yo te voy a devolver la oportunidad de vengarte.
—¿Y qué querés a cambio?
—Una noche.
Mar sonrió. Se rió. Me ofreció su copa.
—¿A cuál de todos los demonios vas a joder esta vez?
—Al peor. A Ruiz.
Conseguirlas no fue tan difícil como creí.
Las mujeres de Ruiz no lo aman. Le temen. Algunas le deben favores, otras le deben huesos rotos. Y a mí me deben secretos compartidos, cigarrillos en la azotea, miradas cómplices cuando él se daba la vuelta.
—¿Querés que vuelva a ponerme un corset? —d