194. Pájaros en jaula de oro.
Narra Lorena.
Hay algo que nunca olvidás cuando aprendés a sobrevivir:
que la jaula más peligrosa es la que parece cómoda.
La que huele a café recién hecho.
La que viene con libros nuevos, una manta suave y alguien que te dice “confío en vos” con los ojos muy abiertos.
Tomás Villa es esa jaula.
Con traje.
Con modales.
Con sonrisa de editor de revistas literarias.
Y yo, que he compartido cama con serpientes, me doy cuenta tarde… pero no demasiado tarde.
—Me gusta este —me dice mientras desliza las hojas por la mesa—. Tiene algo… más crudo. Más sincero. ¿Lo sentís?
—Lo sentí —respondo. Y sonrío.
El truco es mirar a los ojos, pero no tanto.
Reírte de a poco.
Tocar sin tocar.
Y dejar que él crea que tiene la ventaja.
La seducción no es sexo.
Es arquitectura emocional.
Y yo ya fui ingeniera de ruinas.
—A veces me pregunto si no estás escribiendo esto para alguien en particular —dice, con esa forma suya de tirar anzuelos disfrazados de halagos.
—¿Y si fuera así?
—Entonces es aún mejor. La l